El Cerebro
del Mundo:
La
cara oculta de la Globalización
- Adrian Salbuchi -
Prólogo
Faust:
Nun gut, wer bist du denn
Mephistofeles: Ein Teil von jener Kraft
Die stets Böse will und stets Gute schafft.
Johann Wolfgang Goethe (1)
Mephistofeles: Ein Teil von jener Kraft
Die stets Böse will und stets Gute schafft.
Johann Wolfgang Goethe (1)
Something
is rotten in the State of denmark...
William Shakespeare (2)
William Shakespeare (2)
El dramaturgo alemán, Johann
Wolfgang Goethe en su "Fausto", obra maestra de la literatura
universal, comienza la primera parte con un breve "Prólogo en el
Cielo", que constituye una suerte de diálogo posible entre el Todopoderoso,
los obedientes arcángeles Rafael, Gabriel y Miguel y el insurrecto y
maligno Mefistófeles. Mientras los arcángeles cantan alabanzas
a las delicias celestiales e himnos a las potencialidades infinitas del alma
humana, Mefistófeles - caracterizado por Goethe como una suerte de "Viejo
Vizcacha"(3) germánico - se muestra mucho más
descreído. Dirigiendo su atención a los asuntos de este mundo,
en general, y a los del profesor Fausto en particular, solicita al Todopoderoso
le otorgue "permiso para conducirlo por mi camino" y así
demostrar cuán fácil resultará desviarlo de la senda del
Bien que sus colegas, los arcángeles, pretenden señalarle.
A pesar de las airadas protestas
de los ángeles de Luz, el Todopoderoso, en su infinita sabiduría
y ecuanimidad, acepta el reto y permite a Mefistófeles trasladarse a
la tierra para cruzársele en el camino a Fausto y empezar a hacer de
las suyas. Así comienza el gran drama del alma humana caracterizados
por la permanente disyuntiva de tener que elegir entre el Bien y el Mal.
En este fin del siglo XX, ocioso
sería incursionar en el ríspido ámbito del Bien y el Mal,
máxime cuando hace ya tiempo que parecen haber perdido sus significados
absolutos para la mayoría de la gente, habiéndoselos sacrificado
en el altar del dios moderno democratizador con su relativización de
todos los valores. No obstante, si el viejo Mefistófeles aún se
encuentra recorriendo este mundo, cosa que muchos creemos resulta altamente
probable, entonces no dudamos que en los tiempos que corren él también
se habrá "relativizado", pues sería un tonto si se mostrara
ante el mundo tal cuál es. Mucho más conveniente le resultará
mimetizarse adoptando aquellos valores de banal optimismo, prudente democratismo,
estandarización intelectual y decadente laissez-faire que caracterizan
la mente colectiva en occidente en este fin de milenio. No dudamos que nos tropezaríamos
con un ser liberal, amante de la eficiencia, la productividad y la pseudo-pluralidad
de opiniones "políticamente correctas"; un ser que no necesita
valores éticos y morales absolutos - en verdad, un ser sin valores de
ninguna especie salvo, por cierto, aquél de la sacrosantidad del mercado.
Acatando el consejo del escritor
francés Charles Baudelaire(4) quién observaba que "la
mayor habilidad del demonio consiste en persuadir a la gente de que no existe",
seguramente hoy Mefistófeles lograría que lo tomáramos
por un típico hombre posmoderno más: simpático, light,
liberal, e infinitamente hipócrita.
Hoy, este "hombre posmoderno"
se ha convertido en una suerte de modelo paradigmático, absoluto y estandarizado
en sí mismo: adulado por políticos, alabado por los medios de
difusión, y cobijado por leyes liberales. Un ser apetecido por fuerzas
socio-económicas de la más amplia diversidad, como consumidor
insaciable y engranaje fundamental de su estructura de poder. Pero ese hombre
posmoderno olvida que sus antepasados de hace unas pocas generaciones atrás
fueron carne de cañón y materia prima para construir los Estados-nación
modernos, con sus burocracias, sus ejércitos y sus apetencias imperialistas.
Que tiene una deuda de sangre con su pasado.
Esos antepasados también
debieron convertirse, a palos las más de las veces, a alguna de las modernas
ideologías que reemplazaron las viejas religiones (ex-fuero en el que
solía pulular Mefistófeles): liberalismo, conservadurismo, marxismo,
socialdemocratismo y decenas de otros "ismos" que hoy, ya entrados
en la posmodernidad, nos enteramos que - Fukuyama dixit - han sido todos,
o casi todos, superados en aras de un supuesto "fin de la historia".
Así, empujado por el Estado y arrastrado por las ideologías, hoy
llegamos al hombre posmoderno: el homo economicus - autosatisfecho y
autosuficiente - que ya no necesita ni del Estado ni de las ideologías
para construir su lugar bajo el sol. Le basta con ejercer dos grandes pasiones:
un consumismo insaciable como fuerza motivadora y la satisfacción
inmediata de todos sus deseos.
Y siendo que ambos - su consumismo
y sus deseos - son caracterizados por un alto grado de estandarización,
hoy una compacta elite dirigente, representativa de este hombre posmoderno,
se encuentra abocada a dar forma a una de las más revolucionarias innovaciones
del mundo actual, como es la de crear las nuevas estructuras políticas
e instituciones económicas y sociales que regirán al mundo unificado
del tercer milenio. Por sí sola, esta elite pretende planificar, direccionar,
estructurar y ordenar todas las actividades humanas sobre el planeta,
apoyadas en su gigantesco poder económico y financiero. Tan vasto resulta
este poder que esta elite ya ni siquiera piensa en términos de el
planeta, ya que consideran a todo el globo como su planeta.
En rigor de verdad, para lograr
este audaz objetivo, pareciera no requerirse de ningún factor trascendente.
Tampoco necesita subordinarse a valor supremo y absoluto alguno, lo que hace
que la totalidad de la problemática mundial quede relativizada dentro
del marco de un conjunto de mitos político-sociales, fórmulas
económicas pseudo-científicas, y estadísticas financieras
de dudosa seriedad. En síntesis, se trata de la cuantificación,
medición y proyección de los resultados socio-económicos
de sus diversos procesos operativos y productivos, lo que conlleva a la cosificación
de la vida humana sobre la tierra.
Estamos, entonces, ante una tecnoestructura
supranacional (5) que pretende diseñar, planificar y controlar los
asuntos del mundo, de manera tal que respondan a las necesidades y deseos del
hombre posmoderno, desenraizado y estandarizado. Si en el transcurso de su desarrollo
más de la mitad de los hombres y las mujeres que habitan el planeta no
clasifican como "posmodernos", ello resulta un tema de relativa inconsecuencia
que tenderá a resolverse a través de las futuras generaciones,
todo en obediencia a las leyes del mercado. O quizás no se resuelva en
absoluto y todo quedará librado a los efectos reguladores de una oportuna
y controlada seguidilla de guerras, epidemias y desastres de diverso tipo.
El presente ensayo trata sobre
una de las organizaciones creadas por esta elite política mundial
a la que nos referimos, propia del hombre de la posmodernidad de fines de milenio
la que, a nuestro juicio, conforma en la práctica el verdadero cerebro
de esta tecnocracia supranacional. O al menos la parte más vital
de la misma: nos referimos al Council on Foreign Relations, Inc.,
de Nueva York, Estados Unidos - el "Consejo de Relaciones Exteriores"
-, también conocido por sus siglas, "CFR", que
es la forma en que lo denominaremos a lo largo de estas páginas. Se trata
de una usina intelectual – un "banco de cerebros" o think tank
– que reúne y coordina a las mas preclaras, seleccionadas e influyentes
mentes de los Estados Unidos y que, a su vez, se relaciona con otras naciones
e instituciones del mundo desarrollado y en vías de desarrollo, con el
objetivo de diseñar y planificar aquellos procesos políticos,
económicos, sociales y culturales que inexorablemente han de conducir
al planeta hacia esa naciente estructura supra-nacional del anhelado nuevo orden
mundial (6). Ese nuevo orden pretende monopolizar el direccionamiento
y alineación de la totalidad de las fuerzas políticas, económicas,
financieras, sociales y culturales que determinarán las características
del mundo de mañana, con la misma certeza con que desde hace décadas
vienen dando forma al mundo contemporáneo. Uno de los principales instrumentos
de poder utilizado por esta tecnocracia es el control que ejerce sobre gigantescas
estructuras económicas, aliado a un manejo casi monopólico sobre
el sistema financiero mundial.
Cabe destacar el fundamental
y especial rol que le cabe a los Estados Unidos en este proceso mundial, particularmente
debido al hecho de que desde hace una década, esa nación se convirtió
en la única superpotencia del planeta. Por eso resulta tan importante
el hecho de que el CFR ejerza gran influencia y control determinante
sobre la vida pública y privada estadounidense. El CFR logra este
objetivo de manera tangencial, por cuanto su misión consiste en identificar
oportunidades y amenazas, diagnosticar su incidencia, importancia
y proyección en los ambitos político, economico y financiero,
tanto dentro como fuera de los Estados Unidos y, finalmente, diseñar
las políticas acordes a ser ejecutadas en los ámbitos público
y privado, en el corto, mediano y largo plazos.
Otro factor clave se refiere al
ámbito de acción del CFR, que se circunscribe exclusivamente
al de analizar, diagnosticar, diseñar y recomendar políticas
y acciones, pero jamás a ejecutar las mismas. La
ejecución de las políticas emanadas del CFR en consonancia
con los intereses de la elite globalista en consolidar el nuevo orden mundial,
únicamente se realiza desde estructuras de poder visibles y naturales:
los gobiernos de los países industrializados, las grandes empresas multinacionales
(el mundo "corporativo"), los bancos globales, los medios de difusión
masiva, las principales universidades, los gobiernos vasallos en países
de segundo orden como la Argentina, y los entes supranacionales bajo el control
directo del globalismo, como son las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo
Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio y otras
entidades primarias y secundarias que sirven para legitimar las políticas
del globalismo.
No nos corresponde a nosotros
evaluar si este naciente nuevo orden hacia el cual se está encaminando
– arrastrando, debiéramos decir – a la humanidad entera ha de verse como
obra del Bien o si, por el contrario, nos estaríamos internando en territorios
oscuros y siniestros más afines a lo mefistofélico. Solo nos proponemos
acercarle al lector algunas orientaciones, datos e información que claramente
describen una trama y señalan cierta lógica, consistencia y coherencia
respecto del camino que todos, nos guste o no, pareciera que debemos transitar.
Aunque más no sea por el simple hecho de que el Destino ha querido que
habitemos el planeta en la era actual. Y dado que ese camino conduce hacia el
futuro, nos pareció oportuno incluir un breve prólogo "a
la manera de Goethe", aunque obviamente sin pretensiones literarias de
ninguna clase. Si, como corresponde a la filosofía, Goethe situó
el diálogo entre Mefistófeles y el Todopoderoso fuera del
espacio-tiempo del mundo, a nosotros en cambio - muchísimo más
discretos - nos pareció oportuno fijar el escenario de este breve prólogo
en un futuro muy cercano y aquí, en la tierra; "mañana y
a la vuelta de la esquina", como quién diría....
Y, no por ser el nuestro un tema
serio, habremos de olvidar el buen talante con el que conviene abordar toda
empresa humana. Por eso, se nos ocurre citar un breve artículo escrito
con una buena dósis de humor, que publicara hace algún tiempo
la revista estadounidense Fortune, una de las más importantes
publicaciones de ese país cuyos lectores suelen ser altos ejecutivos
de empresas, encumbrados funcionarios de gobierno y poderosos banqueros: en
pocas palabras, los máximos estamentos dirigenciales posmodernos de la
gran democracia del norte.
Pedimos entonces al lector unos
pocos minutos de paciencia y verá con que fino humor y aguda visión
acerca de un futuro plausible - que nosotros creemos es más que probable
-, Stephen Bing, un redactor de Fortune, nos brinda una imagen,
exagerada por cierto pero muy franca, de ese venidero "nuevo orden mundial".
El mismo al que nos referimos en este ensayo y en pos del cuál los integrantes
del CFR trabajan sin descanso. Pues también fue Goethe quién
alguna vez dijo que a menudo la exageración sirve para describir una
realidad aún no totalmente visible y obvia para todos. Por eso, el breve
ejercicio de futurismo que nos brinda Fortune tiene algo del sabor del
World Government - el nuevo orden del gobierno mundial - que nosotros
también avizoramos. Pues, entre toda la caótica mezcolanza del
mundo moderno, algo muy puntual y concreto parecería estar cocinándose,
en obediencia a intereses y voluntades no inmediatamente visibles.
Cuenta la historia que Sir William
Pitt, primer ministro de Su Majestad Británica, Jorge III,
al hablar ante la Cámara de los Lores en el Londres de 1770, explicó
a sus pares que "existe algo detrás del trono aún mayor
que el propio rey". Más de algún noble - ¡y seguramente
el propio rey! -, habrán levantado las cejas ante frase tan audaz, que
desde entonces integra el léxico de la política para significar
la idea de que existe un "poder detrás del trono" (7).
Otro inglés y genio de la literatura universal, William Shakespeare,
en una de sus grandes tragedias lo empuja a Macbeth - general del ejército
del rey escocés, Duncan - a pretender conocer el futuro desenlace de
sus criminosas fechorías regicidas, consultando a tres brujas que adivinaban
el porvenir de los "hombres modernos"; los de aquella época,
se entiende. La visión de ese porvenir se manifestaba como oráculo
entre los vapores de una gran olla de inmundicias hirvientes que las tres malvadas
contrahechas revolvían una y otra vez. "¡Lo hermoso es feo, y
lo feo es hermoso! ¡Revoloteémos por entre la niebla y el aire impuro!"
(8) cantaban estas tres profetisas de la relatividad y confusión
de aquél incipiente mundo moderno. Con ello nos enseñan que no
todo lo que se nos presenta como "bueno", lo es realmente; y viceversa.
Y no todo lo que se clasifica como legal resulta necesariamente legítimo.
De esta manera, no ha de sorprendernos si terminamos hallando la Verdad oculta
en los rincones más insospechados. Como decía Santa Teresa de
Ávila, "entre pucheros anda el Señor....".
Bien sabemos que esta descripción
futurista de Fortune que brindamos a continuación de ninguna
manera describe el porvenir tal cuál será pero, como dice un viejo
adagio, "se non è vero è ben trovatto....."
"Flash Informativo de
Omnivor Inc.
¡Paren las rotativas! Estamos
en el año 2.009 y los muchachos que armaron la máxima mega-fusión
quieren hacer una breve declaración:
.
Para divulgación inmediata
- Nueva York, 23 de Octubre de 2009 -
La máxima fusión
entre las últimas empresas independientes de los Estados Unidos fue anunciada
hoy por el Comité Gubernamental Central de Omnivor Inc.
La misma unifica a Americore
Corp con OmniCorp Inc., una subsidiaria 100% de propiedad de Omnivor
Corp., reuniendo así a la empresa responsable por la administración
de todos los recursos naturales privatizados de los Estados Unidos, con la empresa
que controla toda la actividad tecnológica del hemisferio norte. Inmediatamente
se decretó feriado nacional por esta empresa que emplea al 90% de la
fuerza laboral de los Estados Unidos, para permitir que todos pudieran participar
de las celebraciones con mlotivo de este histórico evento.
Para hablar en nombre del Comité
Central, su presidente Bud Eisenhafft, dijo en rueda de prensa en la
que se anunció esta fusión: ‘nosotros consideramos que esta acción
creará una organización fuerte y diversificada que estará
en una posición inmejorable para enfrentar los desafíos competitivos
del futuro’. La conferencia de prensa fue transmitida en vivo por las 6 redes
de televisión de la empresa, sus 500 diarios, 2.000 estaciones de televisión,
8.000 estaciones de radio y 116 canales de cable, al igual que a través
de Internet en todos los continentes y a todo el mundo"
".......Eisenhafft
prometió ‘trabajar estrechamente con los representantes del pueblo de
esta gran nación para que avancemos en administrar este país en
forma conjunta.’ La empresa desmintió, sin embargo, que estuviera elaborando
un plan secreto para fusionar sus orgullosas y eficientes operaciones con las
del gobierno de los Estados Unidos. ‘No nos gustan sus márgenes de ganancia....’,
declaró un vocero de Omnivor.
También presentes en
esta fiesta de gala informática estuvieron los estrategas corporativos
y arquitectos intelectuales quienes dieron forma al mayor emprendimiento que
jamás haya tenido lugar en la historia de la raza humana: el Director
Financiero, Nicholas Leeson, cuya ‘flexibilidad y coraje’ fueron resaltados
por el Presidente; el Vice Presidente de Comunicaciones Corporativas, Sr.
Roger Ailes, y el recién nombrado Vice Presidente Ejecutivo de Recursos
Humanos, el Sr. Pol Pot, cuyo nombramiento ‘demuestra nuestro compromiso
con las soluciones internacionales rechazando todo pensamiento egoísta.....’
"A su vez, el Presidente
vitalicio de los Estados Unidos, Bill Gates, también estuvo presente
vía satelite y dijo que ‘esta es realmente una buena noticia. Le deseamos
al Sr. Eisenhafft y a su empresa todo lo mejor y vemos con agrado la continuada
cordialidad y cooperación que existe entre la empresa y el gobierno,
lo que ha transformado al sistema norteamericano en un faro para el mundo.’
"Las semillas del árbol
gigantesco de lo que hoy es Omnivor Inc. fueron sembradas en 1995 cuando
comenzó en serio la era de la consolidación empresaria y la integración
vertical obligatoria. El famoso primer slogan de la empresa: ‘¡¡Que haya
sinergía!!’, rápidamente permitió al equipo gerencial original
bajo el Sr. Eisenhafft....desarrollar un conjunto de bienes patrimoniales
partiendo casi de la nada. En un famoso caso al inicio de este proceso se generaron
$ 18.000.000.000 en patrimonio y bienes, partiendo de un simple billete de $
20, puesto a trabajar a interés con la ayuda de un manejo excepcional
de la red mundial de computación, World Wide Web"
A renglón seguido, el
autor enumera los supuestos hitos de Omnivor tras su hipotética
fundación en 1995. Así nos enteramos que en el año 2000,
"la mayoría de las industrias en los EE.UU. se encuentran totalmente
consolidadas y tan integradas verticalmente que ninguna empresa necesita adquirir
productos y servicios a otra. Ford, por ejemplo, es dueña de las acerías
USX (fuente de su acero), de seis fabricas de vidrio, de Alcoa Aluminum, de
Kellogg para sus asientos, de Herculon para paneles y ha adquirido una participación
accionaria mayoritaria en el Sistema Nacional de Autopistas que fuera privatizado
bajo la administración del Presidente Patrick Buchanan."
Luego en el 2002, "Bud
Eisenhafft toma una acción decisiva y decide fusionar su pequeña
pero vigorosa empresa con cualquier firma que contenga la palabra ‘General’
en su razón social, puesto que en aquél entonces se creía
que este tipo de estrategia corporizaba el significado del concepto de la integración
vertical. Así, a pesar de muchas críticas pero con el fuerte apoyo
de los analistas financieros y de Wall Street, Eisenhafft adquirió
forzadamente a General Electric, General Dynamics, General Motors, General Rubber,
General Foods y al General Colin Powell, fusionando a las seis entidades en
General Power (Poder General), el núcleo de lo que un día se transformaría
en la mayor y más poderosa organización humana que el mundo jamás
haya visto, salvo - quizás - por el Imperio Romano.
Luego, en el año 2005,
nos dice que Eisenhafft le cambia el nombre a General Power que pasa
a llamarse Omnivor Inc. y, al hablar ante una asamblea de 1.450.000 trabajadores,
declara que ‘Nuestra meta es comernos todo lo que exista......’, siendo
aclamado fervorosa y unánimemente.
Sin embargo, en el año
2006, otro empresario, Christopher Whittle, "forma Americore Inc., una
empresa dedicada a la privatización de todo el patrimonio público
y natural del país". Su crecimiento es explosivo y en el 2007
sus actividades "abarcan los rubros de los comestibles, bebidas, seguros,
ropa masculina, servicios farmacéuticos y medicínales, al Partido
Republicano, luego a todos los demás partidos políticos del país,
y a la Internet. También adquiere empresas del sector publico en rubros
tales como caminos, bibliotecas, escuelas, animales y - en una maniobra muy
controvertida y estratégica - también adquiere la totalidad del
aire y agua disponible hasta el año 3001."
El punto crucial ocurre en
el 2008, cuando nos enteramos que durante una excursión al Polo Sur,
el Sr. Whittle desaparece misteriosamente al ser atacado por un lobo marino
gigante. "Este extraño accidente es investigado por Omnivor
Security, la mayor (y naturalmente única) agencia policial nacional.
En el vacío de poder que queda en Americore tras la desaparición
de Whittle, Eisenhafft adquiere a la empresa y la fusiona con OmniCorp
creando así Omnivor que se transforma en el ejemplo magno de empresa
verticalmente integrada, controlando todos los eslabones en la cadena de producción
(y la alimenticia también...)".
Llegado el año 2009,
sin embargo, Eisenhafft declara que "Esto es solo el comienzo. Hay un
enorme mundo allá afuera. Todavía quedan demasiadas pequeñas
empresas que no hacen mas que entorpecer la sinergía internacional. ¡¡Hoy
hemos reingenierizado a los Estados Unidos!!; ¡¡Mañana, el Mundo!!"
El artículo concluye
señalando que "Omnivor, la empresa mayor y única del país
es subsidiaria de nadie. Esta fusión está sujeta a la aprobación
de la SEC (Securities & Exchange Commission) y del FTC (Federal
Trade Commission) y otras agencias gubernamentales todas las cuales están
dispuestas a brindarle entrevistas si se lo solicitan."
(9)
_______________
Valga esta breve humorada para ir
entrando en nuestro tema que es, en verdad, de la máxima seriedad para
toda persona que quiera comprender los asuntos del mundo y entender la manera
en que realmente se están encaminando y no como se nos quiere
hacer creer que se desarrollan. Pues, es ley de hierro que todo obedece a algo
o a alguien; aunque ese algo - en última instancia - sea la propia naturaleza.
Más allá de toda declamación hipócrita o ingenua
acerca de la democracia, la igualdad y los derechos humanos, cuando miramos
a la vida real nos damos cuenta que refleja un juego de poderes en el que los
más poderosos siempre se imponen a los más débiles. Ello
lo comprobamos a diario en la política, en la economía y en el
complejo contrapunto de las más variadas fuerzas sociales. En última
instancia también las ideas y las ideologías compiten entre sí
para ver cuál de ellas resultará la más fuerte, consistente
y sólida. Y a medida que un conjunto de ideas se impone, suele desplazar,
incluso destruir, a aquellas otras que le son antagónicas.
Es por ello que conviene indagar
más profundamente en ciertos procesos, aunque la imagen del mundo que
descubramos no sea de nuestro agrado, ni coincida con nuestros valores, ni mucho
menos con aquellos valores que hoy se pregonan y vociferan masivamente.
Este ensayo propone, entonces, una
visión diferente de la realidad política que nos circunda
y en la que estamos inmersos; pretende señalar y demostrar que las cosas
importantes a menudo no son lo que parecen y que algo tan vital como el destino
de un pueblo, de una nación y hasta de la humanidad entera, no se decide
ni en los palacios presidenciales, ni en las cumbres de líderes, ni tampoco
en los debates parlamentarios. Ni siquiera en las magnas reuniones plenarias
de las Naciones Unidas.
Por último, permítasenos
cerrar este breve prólogo con una anécdota que a nuestro entender
ilumina lo que estamos diciendo: Allá por el año 1958, una misión
de altos funcionarios de gobierno, políticos y hombres de negocios de
la República de Italia visitó a la entonces Unión Soviética
para entrevistarse con distintos altos funcionarios y apparatchniks. La
visita tuvo su momento culmiante con una recepción ofrecida por el entonces
Premier, Nikita Kruschev. Entre los hombres de negocios que integraban
la comitiva italiana, se encontraba Giovanni Agnelli, presidente del
Grupo Fiat. Al recibir al numeroso grupo en el Kremlin, el famosamente vehemente
y maleducado Kruschev los miró lentamente uno a uno y cuando lo
divisó a Agnelli lo señalo con el índice y le gritó
"¡Con Usted!: ¡Es con usted con quiero hablar! Porque dentro de diez
años cuando todos estos otros payasos ya no estén más en
sus encumbrados puestos políticos, usted todavía seguirá
teniendo poder! Usted es el único con el que realmente vale la pena negociar"
(9)
Muy acertadas y proféticas
resultaron las palabras del Camarada Nikita ya que, efectivamente, los demás
"payasos" de la comitiva italiana que a su decir, lo visitaban ese
día fueron desapareciendo, uno a uno, como detentores de poder. Es más,
¡hasta el propio Nikita Kruschev y todo el otrora poderoso régimen
soviético habrían de desaparecer! Pero Giovanni Agnelli,
sin embargo, sigue controlando firmemente su gigantesco imperio empresario y,
hoy llegando al final de sus días, viene dirigiendo su ordenada sucesión.
Como diría algún inglés: "business, as usual....".
(10)
********
Este ensayo trata sobre el Council
on Foreign Relations (CFR) - el Consejo de Relaciones Exteriores -, una
organización estadounidense privada, altamente influyente y de muy bajo
perfil. Fundada en 1921 a iniciativa de un compacto grupo de políticos,
abogados, banqueros y académicos de aquél país, el Council
on Foreign Relations surgió como resultado de conversaciones mantenidas
en 1919 en el Hotel Majestic de París, entre miembros clave de las delegaciones
estadounidense y británica que representaban a sus gobiernos en la Conferencia
de Paz de París que se encontraba preparando las condiciones de paz que
los Aliados victoriosos impondrían a las Potencias Centrales vencidas
en la Primera Guerra Mundial. De esta manera, ya entonces se comenzaba a diseñar
y planificar el nuevo orden mundial de aquella posguerra.
De esas reuniones habrían
de surgir dos organizaciones complementarias que ejercerían poderosa
influencia a ambos lados del Atlántico: el Council on Foreign Relations
que tendría su sede en la ciudad de Nueva York y el Royal Institute
of International Affairs, que operaría en Londres. Desde entonces,
la influencia del CFR en la evaluación y planificación
de la política exterior estadounidense ha sido creciente y, en nuestros
tiempo, determinante. Ha operado como un foro de coordinación para la
instauración de un sistema global para la administración del poder
real que conduce al nuevo orden mundial hacia el que se encamina todo
el planeta.
Aunque poco conocido por la
opinión pública mundial debido a su bajísimo perfil, el
CFR representa, sin embargo, una suerte de sede o eje del poder real
que hoy utiliza a la nación más poderosa del planeta como instrumento
transitorio para ejecutar sus políticas de alcance mundial.
Introducción -
.
"La política
exterior no requiere de casi ninguna de aquellas cualidades que
posee la democracia; y sí requiere, sin embargo, del uso
perfecto de casi todas aquellas facultades en que la democracia
es deficiente. "-
Alexis de Tocqueville - (11)
Alexis de Tocqueville - (11)
"Algunos de
los problemas relacionados con la gobernabilidad de los Estados
Unidos hoy en día provienen de un exceso de democracia.....se
requiere una mayor moderación de la democracia."
Samuel Huntington
Samuel Huntington
Contra el pensamiento único
Los tiempos que corren nos confrontan
con cambios profundos en las estructuras sociales públicas y privadas
a través de las cuales los hombres desarrollan sus actividades. En el
sector privado, esto lo comprobamos si se compara la manera en que las empresas
se organizan en 1996, que en poco, quizás nada, se asemeja a como lo
hacían las empresas en 1946, o aún en 1966. En los asuntos públicos,
este fenómeno resulta aún más agudo ya que los cambios
que afectan al Estado, sus instituciones y sus funciones básicas y la
manera en que se administra el poder, han sufrido transmutaciones y trastornos
verdaderamente revolucionarios.
Ocurre, sin embargo, que mientras
los avances tecnológicos en las comunicaciones, la informática
y los procesos productivos se suceden con vertiginosa rapidez, los cambios psicológicos
que debieran acompañarlos, al menos entre los segmentos dirigentes, evolucionan
más dificultosa y lentamente lo que abre una enorme y peligrosa brecha
entre las tecnologías con las que se administra el mundo y la
visión política con la que se pretende comprender e interpretar
su actual y futuro desarrollo. Es así que aunque el mundo de hoy poco
se parece al de hace treinta años, la mayoría de la gente sin
embargo sigue interpretándolo según paradigmas correspondientes
a décadas - acaso siglos - pasados. En los asuntos políticos,
sociales y aún en los económicos, es como si en la era de las
computadoras realizáramos nuestros cálculos de la actualidad y
previsiones para el futuro utilizando un antiguo ábaco.
A diario aplicamos tecnologías
de los albores del siglo XXI para comunicarnos, para trasladarnos y para administrar
nuestras vidas y nos sentimos perfectamente cómodos y a gusto con ello.
Pero, ni bien intentamos interpretar los fenómenos políticos y
sociales de nuestros días, de manera insensible y automática pareciera
que nos retrotraemos a las pautas y los mitos políticos de los siglos
XVIII y XIX. Aún en la economía, comprobamos algo parecido cuando
hablamos del "libremercado", de las "leyes de las finanzas",
o cuando utilizamos como punto de referencia las consignas de un liberalismo
económico diseñado en el siglo XVIII para beneficio del imperio
militar británico de hace más de doscientos años.
Desde entonces, diversos teóricos,
escuelas económicas y más de un Premio Nobel de Economía
han procurado explicar los más variados aspectos relacionados con los
macroprocesos económicos del planeta. Mientras tanto, los mucho mas pragmáticos
traders y operadores financieros globales, quienes poca paciencia parecieran
tener con las últimas elucubraciones intelectuales de las escuelas económicas,
literalmente trituran las economías nacionales y sectoriales con
el torniquete de los mercados globalizados que crecen exponencialmente, jamás
deteniéndose, y girando alocadamente las 24 horas del día. Desde
Tokio a Hong Kong; desde Hong Kong a Tel Aviv; de Tel Aviv a Frankfurt y Londres;
de Londres a Nueva York y Chicago; y de Chicago nuevamente a Tokio; sin solución
de continuidad; sin principio y sin fin.
Seguimos pensando que el dólar,
el Euro, la libra o el yen son monedas sujetas a las voluntades de los gobiernos
de Estados Unidos, la Unión Europea, el Reino Unido o el Japón,
cuando, en rigor de verdad, el valor del dólar y de todas las monedas
se decide en los directorios de los grandes bancos y empresas de Wall Street
o durante la noche al otro lado del planeta, en Tokio.
En política, a su vez, seguimos
haciendo de cuenta que el Estado-nación moderno, nacido en los siglos
XVIII y XIX, sigue siendo la máxima instancia para el ejercicio del poder.
Creemos que solo basta con que un territorio determinado se dibuje en un mapa,
con que el conjunto de personas que viven en él izen una bandera, porten
un escudo, y nombre autoridades ejecutivas y legislativas para ocupar bancas
congresales, sillones judiciales y tronos presidenciales y ministeriales para
que, como por arte de magia, tengamos con ello "una nación soberana";
un "Estado", cuya maquinaria pública se encuentre lista para
detentar y ejercer el "poder político".
El aceite con el que pretendemos
lubricar los engranajes de esta maquinaria antediluviana lo denominamos "democracia"
con lo que, abrazados a una fórmula política inventada por intelectuales
del siglo XVIII, dogmatizada por los imperialismos del siglo XIX y estandarizada
por la tecnocracia supranacional del siglo XX, hacemos de cuenta que con ello
resulta suficiente para que "la voluntad de las mayorías rija los
destinos de cada nación." Este modelo se ha impuesto como norma
obligatoria en todos los Estados del planeta, como la conditio sine qua non
que debe cumplirse si se cada pueblo se propone integrar el "concierto
de las naciones". Sino, queda declarado fuera de la ley; un "rouge
state" – Estado criminal – según una de las frases favoritas
de Clinton y su secretaria de Estado, Madeleine Albright.
Pero cuando pasamos de la teoría
a la realidad, observamos que las cosas resultan muy diferentes y mucho más
difíciles; encontramos que algunos Estados resultan viables mientras
que muchos otros, quizás la mayoría, no lo son; que a pesar de
todo sigue habiendo guerras sangrientas inter e intranacionales; que
sigue profundizándose el empobrecimiento de la vasta mayoría
de la humanidad y de las clases medias y bajas, aún dentro de los países
industrializados; que el descontrol en los asuntos de la humanidad se generaliza
más y más. Y como seguimos insistiendo en respetar la sacrosantidad
de los paradigmas de antaño, no acertamos a identificar el origen y las
causas de nuestros males actuales.
El "establishment"
intelectual contemporáneo parece habernos convencido de que, como por
arte de magia - pues de magia parecería tratarse realmente -, con solo
expresar los vocablos "democracia", "paz" y "derechos
humanos", automáticamente todo se encarrila por si sólo,
resolviéndose por simpatía y empatía. Al igual que en los
rituales mágicos primitivos, también el hombre moderno pareciera
ser cautivo de la antiquísima necesidad psicológica de creer que
la palabra tiene, por sí sola y cuando se la expresa colectivamente,
una fuerza mágica que le permite convocar y tornar en realidad aquello
que evoca. Como una imitación bastarda de antiguos ritos, solo basta
con repetir una versión aggiornada de la plegaria mítica
colectiva moderna para que ésta se haga realidad.
Como decimos, hoy el mantra
de moda no se dirige ni a dioses ni a santos, sino que expresa un conjunto vago
de abstracciones: "democracia", "paz", "derechos
humanos", o - mejor (¿peor?) aún - la idea de la democracia,
la idea de la paz y la idea de los derechos humanos. En las últimas
décadas, pareciera que sólo es necesario que nuestros dirigentes
políticos repitan ad nauseam la idea de erigir un "gobierno
democrático" defensor de la "paz", la "justicia"
y los "derechos humanos", para que automática y mágicamente
ello se torna realidad. Así es en la Argentina como en España;
en Chile como en Canadá; en Brasil como en Alemania. Y desde hace muchas
décadas más, también en los Estados Unidos, Gran Bretaña
y otras naciones industrializadas.
Lamentablemente, la realidad
nos muestra una cara muy distinta. La soberanía, la democracia, la defensa
de los derechos humanos, la libertad y la justicia social jamás nacen
espontáneamente, ni mucho menos se dictaminan por decreto. Si nos esforzamos
en pegar un "salto cuántico" para acceder a un profundo cambio
paradigmático, entonces comprenderemos las cosas de manera diferente
y no tan solo como nos gustaría que fueran. Si sabemos escuchar y leer
entre líneas, descubriremos el elocuente aunque sutil mensaje implícito
en los acontecimientos contemporáneos, a pesar de que la mayoría
de las personas rara vez logre interpretarlos correctamente. Estos acontecimientos
mundiales se nos presentan pre-analizados – "predigeridos", por así
decirlo – ante nuestros ojos: en la prensa, en la televisión y radio,
en los libros propagadores de la "historia oficial" y de economía
contemporánea y, muy especialmente, en el discurso político de
estamentos muy precisos y compactos de dirigentes mundiales del máximo
nivel y sus discípulos en todo el mundo. Todo ello nos permite entrever
que aunque los instrumentos formales utilizados para introducir y ejecutar
políticas internas y externas en las diversas naciones son, por lo general,
las instituciones públicas del Estado, el origen del diseño
y planificación de dichas políticas se ubica en instancias mucho
menos evidentes que nosotros relacionamos con el CFR y la red mundial
informal que lo complementa.
Porque de eso se trata: de comprender
que la ideología de la globalización tiene como objetivo controlar
todos los asuntos públicos de la humanidad por una tecnoestructura privada
detentadora del poder real. Y, precisamente debido a ello, se autoexcluye de
todo proceso democrático ya que no va a permitir que se la sujete a su
propio instrumento de control. La ideología del globalismo conforma en
última instancia la privatización del poder. Y su
praxis política consiste en el control de todos los gobiernos que ocupan
todos los Estados, a través de la imposición del régimen
de la democracia formal partidocrática que resulta fácilmente
controlable a través del dinero. Dinero que paga campañas electorales;
dinero que genera corrientes de opinión pública; dinero que crea
(y destruye) imágenes públicas; dinero que escribe y re-escribe
la "historia oficial" local, regional y mundial a su conveniencia;
dinero que financia poderosos medios de difusión que nos presentan la
"realidad" que más le conviene para promulgar sus políticas;
dinero que nos dice quienes son los "buenos" y quienes los "malos",
cuales países son "modernos y confiables" y cuales son los
"rouge states"; y que en pocas palabras nos lleva de las narices
para dónde quieren, manteniéndonos a todos en la oscuridad y confusión.
Es que las fuerzas del dinero del
hipercapitalismo radical y salvaje vigente pueden lograr esto y mucho más.
Pueden censurar determinadas ideas, propuestas y enfoques, sea a través
de su prohibición lisa y llana – de ahí, por ejemplo, su rechazo
de todo "revisionismo histórico" que en muchos países
es ilegal –, como a través de la saturación gigantesca de información,
datos, chismes, rumores y propuestas descabelladas que logran generar un barullo
infernal y generalizado en la televisión, la radio y los medios gráfico,
que hace que cualquier idea buena que no disponga de los medios económicos
para "gritar fuerte" quede totalmente ignorada y condenada al ostracismo.
Se trata, en síntesis, de una verdadera censura económica
unida a un sutil terrorismo intelectual que logra que todos – o casi todos –
pensemos de manera politically correct.
Esto implica que se desdibujen
valores tan caros como el de la libertad, que pasa a ser una mera abstracción,
puesto que nos quedamos con la idea de la libertad y no con su realidad.
Porque rara vez se distingue entre las distintas clases de "libertad"
de la que puede gozar el hombre:
-
La libertad del espíritu e intelecto que es, lejos, la más importante y que permite formar criterios y opiniones independientes sin necesidad de alinearse obligatoriamente con los cánones de la "opinión aceptada" y políticamente correcta de la época. Sustentada sobre una Ética firme, esta es la única libertad con valor real.
-
La libertad política de las masas que, al menos teóricamente, es ilimitada. A esta libertad mítica acceden todos por igual: ricos y pobres; poderosos y débiles; inteligentes y estúpidos; buenos y perversos. Implica el permiso otorgado por una instancia superior que detenta poder, y que permite que periódicamente las mayorías expresen su opinión sobre algunos temas. Esta es apenas una "libertad" formal y de poca substancia.
-
La libertad económica que es aquella que resulta del poder adquisitivo. Claramente, conforma una libertad importante por cuánto no implica el permiso para hacer determinadas cosas sino el poder para hacerlas, lo que la torna en una liberad real. (12)
De más está decir
que de los tres tipos de "libertades" indicadas la única que
tiene real valor en el sistema demoliberal imperante es la libertad económica.
Para los estamentos dirigentes a su vez, la libertad intelectual tiene
alto valor puesto que sólo ella permite prever, evaluar, planificar y
actuar creativamente para defender y promover sus intereses. La libertad
política masificada, finalmente, sólo conforma un mito
social que poco le sirve a las masas que supuestamente disfrutan de ella, ya
que se transforma en un instrumento de control en manos de aquellas minorías
que disfrutan de las otras dos libertades auténticas: la intelectual
y la económica.
Los principales acontecimientos
que han determinado las características, tendencias y conformación
del mundo moderno tienen su origen en amplios y profundos procesos de análisis,
evaluación y planificación cuyo ámbito se encuentra fuera
de lo que usualmente denominamos como de "dominio público".
Se ubican mas allá de las estructuras gubernamentales detentoras del
poder formal en los Estado-nación modernos. Pero para comprender esta
realidad, resulta necesario aprender a pensar "fuera de la caja";
a pensar de una manera nueva o al menos diferente a la forma que pretende imponernos
la ideología de la globalización; a romper con el paradigma de
lo politically correct según la usanza estandarizadora norteamericana
o del unique pensée, según la visión más
aguda de los intelectuales franceses. Resulta necesario ir contra la corriente,
y eso no es para nada fácil en los tiempos que corren.
Este libro procura aportar un granito
de arena para lograr esa visión diferente del mundo contemporáneo;
una visión que a nuestro entender se acerca mucho más a la realidad
que la "versión Walt Disney", enlatada y artificial, que nos
ofrecen los grandes medios de difusión, las grandes editoriales y las
casas de altos estudios del establishment mundial.
Y para lograrlo, también
resulta necesario, a nuestro entender, aprender a reconsiderar y a rever nuestra
historia y la del mundo contemporáneo según una visión
nueva, inquisitiva e independiente. Pues en la Argentina, y en todo el mundo,
se ha impuesto una historiografía que, nuevamente, podemos calificar
como la "versión Walt Disney" de la historia; aquella versión
hollywoodense que no es otra que la que le conviene a muchos intereses identificables
– la alianza anglonorteamericana y sus más estrechos aliados, para empezar
–, pero que no es la que nos conviene a nosotros. Y ello por una sencilla
razón: porque es simplista, porque distorsiona y aún falsifica
la realidad, porque es maniquea, porque es la historia de los que sistemáticamente
vienen ganando las guerras a través de actos de atroz violencia, porque
es la "historia oficial" de los señores del planeta. Lo que
significa que en algún lugar, hay otra historia.
Empezar por comprender esto implica
haber dado el primer paso hacia la única libertad que vale la pena: la
libertad intelectual, la libertad de opinión, la libertad del espíritu.
La libertad de poder plantarse en los piés y decirle a los podersos que
podrán imponernos su voluntad en el reino físico, mas no podrán
esclavizarnos mental y espiritualmente. ¡Y vaya si ello es importante!
Un pueblo que no conoce y no entiende
su propia historia y la del mundo, difícilmente podrá comprender
las causas y orígenes de sus problemas actuales. Las Argentina tiene
muchos problemas graves que año tras año y década tras
década, no se resuelven por la simple razón de que no conocemos
ni comprendemos sus orígenes verdaderos. Porque cuando nos preguntamos
"¿porqué anda mal la economía o las finanzas o porqué
los políticos nos defraudan y la cultura se desdibuja y la educación
se debilita y la justicia, la seguridad, la solidaridad se esfuman; porqué
la argentinidad va desapareciendo....?, no planteamos la pregunta en forma correcta.
Y una pregunta mal planteada sólo puede conducir a respuestas falsas
o incorrectas.
Por eso, proponemos señalar
y describir un conjunto de factores clave que esperamos ayuden al menos a que
planteemos en forma correcta, los interrogantes respecto de los grandes temas
nacionales. Recien entonces podremos empezar a trabajar en hallar las respuestas.
El Eje del Poder
En un ensayo anterior (13) hemos
expuesto en mayor detalle esta relación entre lo que describimos como
el poder formal y el poder real. Baste solo repetir las definiciones
de estos factores descriptas en el glosario de dicho ensayo:
Poder Formal - Corresponde
a estructuras que han devenido en simples ejecutoras de estrategias emanadas
en el ámbito del poder real.
Se trata de estructuras
altamente visibles, tales como las instituciones del Estado y de gobierno
de la mayoría de los Estados-nación; organizaciones sindicales
y otras estructuras de diversa índole, cuyo acceso al poder real
está condicionado y claramente limitado.
El poder formal manifiesta
efectos visibles que obedecen a causas no-visibles.
Poder Real - Corresponde
a estructuras de poder que, dentro o fuera de los circunstanciales entornos
jurídicos en los que están insertas, impulsan planes, medidas
y decisiones políticas, económicas y sociales de efectividad
concreta en el tiempo y el espacio, dentro de una nación, región,
estamento social o estructura pública o privada, o en un conjunto
de éstas.
Su efectividad se mide tanto
por el ámbito espacial que domina, como por la continuidad
temporal con la que perpetúa y aumenta ese dominio.
Las estructuras a través
de las cuales se detenta el poder real son de naturaleza económica,
financiera, tecnológica, informática, comunicacional, gubernamental,
o un conjunto de éstas.
Sus detentores actúan
en forma visible o no-visible, según las conveniencias estratégicas
puntuales.
Del poder real emanan
las causas usualmente no-visibles que generan efectos visibles.
Desde esta óptica, concluimos
que la administración del poder real requiere de estructuras idóneas,
adecuadas y ajustadas a sus particulares necesidades, que son muy diferentes
de aquellas estructuras del poder formal, hoy asociadas a las instituciones
del Estado-nación. El poder real está integrado por tres
dimensiones; dispone de tres vértices o ejes clave que podemos esquematizar
con el siguiente detalle:
.
(Fig. 1: El triángulo
del poder real):
Estos tres vértices o ejes
son como sigue:
A) Extensión en el
espacio - Se refiere a la posibilidad concreta de abarcar
y gobernar un espacio determinado, con lo que nos referimos no sólo a
ámbitos geográficos específicos, sino también al
amplio abanico de estructuras económicas, culturales, políticas
y militares que conforman la sociedad. En el caso de éstas últimas,
incluimos a los medios de difusión masiva y al sistema educativo en todos
sus niveles, dada su enorme importancia para generar y orientar las principales
corrientes intelectuales, logrando así los necesarios niveles de consenso
entre la opinión pública, conformando una visión e interpretación
estandarizada de la realidad política y económica. Todo ello desemboca,
a su vez, en la implantación espontánea de claros patrones de
comportamiento social. Al decir de los intelectuales franceses, se trata de
la imposición del unique pensée – el pensamiento único
en el que el mundo ha ido ingresando gradualmente. Los estadounidenses, más
formales en estos temes, lo denominan actitudes politically correct -
políticamente correctas.
B) Continuidad en el tiempo
- Ello se refiere a la capacidad que tienen los detentores del poder
real de perpetuarse a sí mismos en el tiempo según sus propias
reglas, leyes y lineamentos internos. Todo proceso macro-político y macro-económico
se desarrolla según una dinámica interna propia que suele ser
mucho mas lenta que la de los procesos relacionados con organizaciones individuales
(los de una empresa, por ejemplo), o incluso con aquellos que se relacionan
con la gestión de un determinado gobierno democrático. La administración
del poder real que hoy en día gracias a la globalización
ha adquirido alcances planetarios, requiere de años – sino de décadas
enteras - de planeamiento y desarrollo para consumar sus amplias y complejas
metas estratégicas. Necesariamente, ello implica la necesidad de poder
aislarse de todo proceso democrático de masas.
C) Eje coordinador -
Este vértice resulta muy poco visible, pero sin embargo desempeña
un rol vital en la administración del poder real que necesita disponer
de un eje coordinador desde el cuál identificar y evaluar oportunidades
y amenazas, determinar fortalezas y debilidades - tanto propias como ajenas
-, coordinar acciones, planificar, propagar información, impulsar patrones
de pensamiento y comportamiento, y - finalmente - hacer ejecutar sus decisiones
y verificar su correcta implementación, cumplimiento y direccionamiento.
Definimos este tercer vértice
de nuestro triángulo más bien como el verdadero "Eje
Coordinador" y no tanto como un "centro", ya que hoy en día
la tecnología ha tornado redundante e innecesario disponer de un centro
físico o geográfico. Mas aún, ejercer el poder real desde
un centro geográfico determinado conformaría una debilidad;
una suerte de Talón de Aquiles que haría que algún acontecimiento
imprevisto pudiera desbaratar al más poderoso esquema de poder, en el
caso hipotético de que se produjera un certero y oportuno ataque a dicho
"centro" por algún enemigo de la elite dirigente. Hoy en día,
los detentores del poder real se alejan cada vez más de toda idea
de erigir un "centro de poder", prefiriendo agruparse en torno a una
red de organizaciones discretas, altamente flexibles y de orden disperso que
conforman un amplio eje regidor esparcido geográfica, política
y económicamente. De esta manera resulta muy difícil identificar
claramente la sede de ese poder y, mucho menos, atacarla, sea por los medios
que sea.
Este esquema presupone como
conditio sine qua non para los detentores del poder real, disfrutar de
una adecuada protección contra interferencias externas a su accionar,
lo que significa gozar de la tranquilidad y el espacio de maniobra necesarios
para llevar a cabo sus amplios proyectos políticos exitosamente. Básicamente,
ello implica no verse obligado a adecuarse o doblegarse ante los vaivenes de
lo que suele denominarse la "opinión pública", aquella
a la que Walter Lippmann acusara de adolecer de una proverbial incapacidad para
entender "de qué se trata" cuando se ingresa al mundo de la
alta política. En síntesis, implica poder operar bajo un manto
de discrecionalidad y tranquilidad que, incluso, permita conformar y alinear
adecuadamente y a su favor a esa misma "opinión pública".
Comprendemos entonces porqué
el mito de la democracia universal impuesto al Estado-nación moderno
resulta poco idóneo y hasta inconveniente para la administración
del poder real, por cuanto exige su regulación a través
de periódicos recambios de autoridades que acceden a la administración
del poder formal, según mecanismos electorales. Es más,
el "sistema democrático" pareciera resultar particularmente
falaz por cuanto no brinda precisamente aquellas dos precondiciones esenciales
que hemos descripto:
(a) No permite la necesaria
continuidad en el tiempo que todo auténtico proyecto político
requiere para su desarrollo, con lo que el mismo quedaría irremediablemente
trunco ante el primer recambio electoral de gobierno o desequilibrio en
las relaciones de fuerzas parlamentarias;
(b) Los transitorios y
circunstanciales ocupantes de los cargos públicos - la así-llamada
"clase política" -, suelen ser rehenes de la caprichosa,
influenciable y, en términos sociales, auténticamente mediocre
(14) opinión pública. Los niveles de popularidad
de los políticos son constantemente medidos y evaluados por los
medios de comunicación social y sus agencias de encuestas que desempeñan
el rol de barómetros indicadores. Así logran influir tangencialmente
sobre la "opinión pública" respecto de si el partido
gobernante logrará reelegir a su candidato presidencial; o si podrá
mantener determinada relación de poder en el congreso o parlamento;
o si algún proyecto o ley se lo percibirá como "bueno"
o "malo" ante la incompleta y limitada percepción de
esa "opinión pública".
.
En verdad, al poder formal
lo podemos describir como una entelequia bi-dimensional que oscila entre
los límites y pautas impuestos por los detentores del poder real.
Con sus periódicos recambios de autoridades que surgen de ejercicios
y procesos electorales estrechamente controlados, el poder formal se asemeja
al péndulo de un reloj: sus movimientos son visibles para todos pero
su accionar es pasivo y se limita a brindarle la energía necesaria al
delicado y apenas visible mecanismo de relojería que marca las horas,
los minutos y segundos del devenir político (ver Fig. 2). La analogía
resulta válida en el sentido de que, al igual que el pesado péndulo
en los antiguos relojes, son las mayorías, fuertes pero intrínsecamente
ciegas, las que aportan la fuerza y energía que utilizan las estructuras
económicas, sociales, culturales y militares dentro de la comunidad,
que en nuestra metáfora quedan representas por el mecanismo de relojería
en sí. Sin embargo, el fino equilibrio que fija el ritmo y los límites
de todo el movimiento lo encontramos en el complejo mecanismo y diminuto eje
desde el cuál cuelga el péndulo.
En síntesis, las mayorías
aportan la fuerza a los procesos sociales, mientras que las minorías
dirigen esa fuerza. Ese diminuto "Eje del Poder Real" (Fig.
2), conforma la manifestación dinámica del "Triángulo
del Poder" indicado en la Fig. 1.
.
(Fig. 2: Eje del Poder Real)
Así, "A" y "B"
marcan los límites autorizados del unique pensée, ese "pensamiento
único" representado por lo políticamente correcto, dentro
de los cuales se le permite oscilar al péndulo de la opinión pública
y que conforman el conjunto de valores y paradigmas sociales aceptados. Ello
se verifica durante los procesos electorales y en el accionar político
en general: partidos políticos, grupos de interés y presión,
lobbies, y sus voceros en los medios de difusión. La definición
de estos límites suele coincidir con el conjunto de opiniones, paradigmas
y creencias políticas, sociales y culturales permitidas por los detentores
del poder real. Podemos definirlos como los límites legales de opinión
aceptable al poder real, que en los estilos socio-culturales abarca desde
el liberalismo hasta el conservadurismo; en las doctrinas políticas
desde la izquierda social-demócrata marxista hasta la derecha nacionalista;
y en las creencias religiosas, desde la identificación dogmática
con alguna iglesia aceptada hasta el ateísmo materialismo.
Sin embargo, esta estrecha franja
que conforma los límites de opinión autorizada "legalmente
aceptable", no significa que todas sus posturas formalmente legales,
generen efectos necesariamente legítimos. Pues en lo social, solamente
es legítimo aquello que se condiga con los intereses del hombre
y de la comunidad o que conduzcan a su mejoramiento integral. Lo que atenta
contra ello resulta ilegítimo, por más que circunstancialmente
pudiera ser formalmente legal.
A modos de ejemplo, ello lo comprobamos
a diario en ciertas costumbres sociales que a través de la acción
psicológica gradual y continua, han terminado incorporando y aceptando
constantes manifestaciones públicas, claramente disociadoras, de patologías
psicológicas como el travestismo, prostitución y la homosexualidad
como si se tratara de "algo normal"; de algo que debe presentarse
al público como una mera cuestión de "elección".
Mientras que nadie tiene derecho a inmiscuirse en estos aspectos de la vida
íntima de las personas, llama claramente la atención a cualquier
persona que se pasée por los canales de la televisión local en
Argentina, observar la desproporcionada cantidad de conductores de programas,
actores, cómicos, cantantes y "figuras populares" que son obviamente
homosexuales, travestis y prostitutas. Es como si alguien en alguna parte quisiera
servirse de estos tristes personajes para lograr efectos disolutivos en la sociedad,
especialmente entre los más jóvenes, sabiendo que la vasta mayoría
de nuestra población es normal en este aspecto tan importante que orienta
y determina la calidad de los valores, la solidez de la familia y la cohesión
social. Será aceptado e incluso legal, mas no legítimo.
Como contrapartida, podemos
inferir la existencia de corrientes de opinión alternativas legítimas,
cuya conveniencia sin embargo se haya juzgado negativamente por los detentores
del poder real, debido a que se ubican fuera de lo que hemos definido
como los límites de opinión autorizada, con lo que entonces se
ven exiliadas al ostracismo de la ilegalidad. En la Fig. 2, el punto
"C" marca el Eje del Poder desde el cuál se decide cuales doctrinas,
ideas y corrientes filosóficas serán clasificadas como "legales"
e "ilegales".
Con esto queremos destacar que
el sólo hecho de que una comunidad disponga de mecanismos electorales
formales para colocar a políticos y a sus partidos en los cargos públicos
del poder formal del Estado a través del voto mayoritario, no implica
garantía de nada; ni siquiera debe considerarse, por si solo, como algo
intrínsecamente bueno. Pues el factor clave radica en determinar cuál
es el grado de esclarecimiento, formación y capacidad de pensamiento
independiente que tienen los pueblos que se expresan a través de esa
abstracción que conocemos como "opinión pública".
Si las mayorías no conocen las leyes internas por las que se rige la
política y el poder, y si la opinión pública no acierta
a identificar y comprender correctamente la problemática social ni, mucho
menos, a proponer cursos de acción que conduzcan al mejoramiento integral
de las condiciones sociales actuales y futuras, entonces por más que
la conducción formal de esa comunidad surja de la voluntad de la mayoría,
su curso ha de conducirla fatalmente al fracaso y al error.
Al fin y al cabo, y tomando
un caso extremo con el único propósito de servir de ejemplo, conviene
recordar que el proceso electoral más antiguo que registra la historia
y que reflejó el sentir de la "opinión pública"
mayoritaria de su época, lo perdió Jesucristo. (15) Fue legal
según las leyes seculares y religiosas de la época, pero no caben
dudas que no fue legítimo.
Veamos nuevamente la aguda opinión
de Walter Lippmann quién en su obra Public Opinion, publicada
en 1922 decía "En occidente, el estamento poderoso, socialmente
superior, exitoso, rico y urbano básicamente opera internacionalmente,
y en cierta manera Londres conforma su centro. Cuenta entre sus miembros a las
personas más influyentes del mundo, incluyendo a diplomáticos,
la alta finanza, los círculos más altos del ejército y
de la armada, a algunos príncipes de la Iglesia, a varios dueños
de grandes diarios, y sus esposas, madres e hijas quienes detentan la varita
mágica que determina quienes son invitados (a su círculo). Es
al mismo tiempo un gran círculo de conversación y de alta sociedad.
Pero su importancia radica en el hecho de que aquí finalmente desaparece
toda distinción entre los asuntos públicos y privados. Los asuntos
privados de este conjunto de personalidades se tornan en asuntos públicos,
y los asuntos públicos a menudo no son más que sus asuntos privados
– a menudo familiares." (16) Estaríamos tentados a elogiar la
innegable lucidez de Lippmann al haber identificado este fenómeno en
época tan temprana, si no fuera que él mismo era un insider
que conocía a la perfección estos grupos desde adentro. Él
mismo fue entre 1932 y 1935 director del CFR y miembro permanente hasta
su muerte en 1974.
El mundo después de la Guerra Fría
-
Podemos, entonces, concluir que
las estructuras del Estado-nación moderno resultan poco satisfactorias
para instrumentar los planes de acción de la tecnocracia detentora del
poder real. En rigor de verdad, esta situación se esclarece cuando
comprobamos que en la actual etapa del nuevo orden mundial, la función
del Estado en general, y de los gobernantes que circunstancialmente ocupan sus
instituciones, no consiste en diseñar y llevar a cabo planes políticos
que reflejen los intereses, necesidades y deseos del la comunidad que los
eligió como gobernantes a través de consabidas compulsas electorales.
El rol que hoy más que nunca desempeña el Estado-nación
se limita a la administración de un poder formal que le es delegado
por una instancia superior detentadora del poder real, con el único
fin de que sirva de instrumento para la implementación de políticas
diseñadas en otra instancia y en otro lugar, que responden a intereses
muy puntuales, precisos e inapelablemente poderosos. Si debido a una feliz conjunción
histórica y política, estos intereses coinciden con los del pueblo
que un gobierno semejante democráticamente elegido pretende representar,
entonces en buena hora. Pero este último fenómeno configura un
factor secundario que, a lo sumo, es aprovechado políticamente
por los detentores del poder real. Los Estados Unidos de Norteamérica
han reflejado esta realidad a lo largo de buena parte de este siglo. Pero en
los momentos actuales comienzan a distinguirse señales inequívocas
de que los intereses de la tecnocracia supranacional empiezan a divergir de
los del pueblo estadounidense. (17)
Esa nación, que desde
fines de la Segunda Guerra Mundial ha sido la primer potencia del planeta por
cuanto ello resultaba geopolíticamente conveniente para la elite detentora
del poder real, hoy la vemos convertirse en una nación crecientemente
desorientada y de futuro cada vez más incierto. Pueden comprobarse claros
indicios que perfilan su marcha hacia el debilitamiento e, incluso, su potencial
disolución interna que en términos relativos ha venido erosionando
su influencia internacional. Ello nos señala el hecho de que este Estado-nación,
por más que se trate del mas poderoso del planeta, también ha
comenzado a dejar de cumplir algunas funciones esenciales para los objetivos
de la tecnocracia supranacional. Los Estados Unidos simplemente se transforman
en un instrumento cada vez menos útil y, a veces, hasta se convierte
en un estorbo que hace que, al igual que con los demás Estados-nación
del planeta, deba programarse su eventual necesaria y controlada disolución.
No obstante ello, o precisamente
debido a ello, el presente ensayo se centra en los Estados Unidos teniendo en
cuenta el excepcional rol que le ha tocado desempeñar en este siglo.
A lo largo de las últimas décadas, el nuevo orden mundial necesitó
de un punto de apoyo inexpugnable y prácticamente inconquistable desde
el cual impulsar el ordenamiento global que nos conduce hacia un gobierno mundial.
Fue necesario debilitar las pretensiones hegemónicas mundiales de varios
imperios coloniales europeos; destruir el imperialismo germano y el militarismo
japonés y neutralizar las pretensiones soberanas de otras naciones de
Sud América, el Medio Oriente y Asia; y todo ello pudo planificarse y
ejecutarse desde los Estados Unidos. Para lograrlo, se creó una vasta
usina de producción industrial, poderío financiero, desarrollo
científico y tecnológico y capacidad bélica que configuró
una plataforma confiable y poderosa desde la cuál impulsar una creciente
hegemonía planetaria.
Debido a diversas consideraciones
históricas, sociales, geográficas y étnicas, Estados Unidos
representó para la tecnocracia supranacional el espacio geopolítico
ideal desde el cuál impulsar las políticas y medidas que conducen
al gobierno mundial. O sea, Estados Unidos garantiza los dos vértices
esenciales para detentar el poder real, según el esquema que hemos
descripto: (a) extensión en el espacio, o sea su capacidad de
influir política, económica, cultural y militarmente en cualquier
parte del mundo y (b) continuidad en el tiempo, lograda a través
del control de sus gobiernos por el CFR. Que la tecnocracia supranacional,
como eje coordinar (c), se instalara dentro de la estructura de poder
estadounidense resultó lógico y aunque desde hace más de
un siglo la misma se haya mimetizado con los Estados Unidos, ello no
significa que esa tecnocracia sea necesariamente de ese país,
por cuanto no obedece y a menudo no opera a favor de los verdaderos intereses
estadounidenses.
Podemos concluir entonces que
si los Estados Unidos configuran la sede provisoria de los detentores del poder
real desde donde se impulsa el proceso que conduce hacia el nuevo orden
mundial que presupone la administración integral del planeta a través
de una tecnoestructura supranacional, entonces un análisis de las principales
políticas impulsadas desde los centros de poder en Estados Unidos
se torna vital para comprender los hechos que han conformado y hoy conforman
al mundo moderno. Para entender como funciona el poder en los Estados Unidos,
vale enfatizar que existen, básicamente, dos instancias de poder que
son Washington DC, como capital del gobierno y sede administrativa (18)
del poder formal; y Nueva York como sede del poder real. En estas
páginas nos ocuparemos de algunas estructuras políticas que operan
desde estas dos instancias de poder.
Pues se trata de políticas
de trascendencia mundial originadas desde los Estados Unidos, por cuanto
ese Estado-nación ha venido cumpliendo, y cumple aún, una función
muy distinta a la de prácticamente todos los otros ciento ochenta estados
que habitan el mundo. Es por ello que nos concentraremos en aquellas políticas
emanadas desde los Estados Unidos cuyos efectos han trascendido sus fronteras
hasta abarcar a otras regiones y al mundo entero. Desde este punto de vista,
la política exterior estadounidense conforma una suerte
de "política exterior global" de los detentores del poder real
sobre todo el planeta. Con lo que deja de ser una mera política exterior
orientada a relacionar a los Estados Unidos con los demás países
del mundo y se transforma en la auténtica política planetaria
de la tecnocracia supranacional que impulsa la evolución hacia un gobierno
de alcance planetario.
El ex-Asesor en Seguridad Nacional
del presidente George Bush, el Gral. de la Fuerza Aérea, Brent Scowcroft,
describe este proceso diciendo que "los Estados Unidos generan el viento
hacia el cual todos los demás países alinean sus velámenes".
Este nuevo orden mundial de la pos-Guerra Fría viene desarrollándose
en amplias y complejas etapas, en las cuales Estados Unidos siempre cumple un
rol esencial. Tan trascendente resulta la función estadounidense en la
actual etapa global que un influyente periodista alemán, Josef Joffe,
ha llegado a proponer que se utilice una nueva cronología definiendo
al año de 1996 como el "Año 7 AC" (After
the Cold War, o sea, "después de la guerra fría").
(19)
No debemos, sin embargo, confundir
esta realidad con la volutad del pueblo de los Estados Unidos que en
su mayor parte ignora de su existencia y de cuyos efectos algunas veces se beneficia
y muchas otras veces sufre desagradables consecuencias. Pues de manera alguna
se trata de una estrategia del "imperialismo yanqui" como a lo largo
de décadas lo ha pretendido identificar la izquierda marxista en sus
diversas variantes, ni tampoco se trata de una "conspiración para
reemplazar al gobierno de los Estados Unidos por el de las Naciones Unidas"
como otros dentro de los Estados Unidos, grupos ávidos de ver una conspiración
en cada esquina, vienen declamando en los últimos años.
En verdad, si se pretende evaluar
esta problemática como una cuestión de nacionalidades ello no
nos llevará por el camino correcto pues, como dijéramos, se torna
necesario un cambio paradigmático ya que el nuevo orden mundial ha superado
consideraciones nacionales aunque éstas a menudo se confundan con aquél.
Por tal razón, los medios de difusión mundial suelen persuadirnos
que en tal o cuál disputa comercial "Estados Unidos se impuso a
Europa", o que "Japón se impuso a Estados Unidos" como
si se tratara de conflictos dirimidos entre naciones. Ello no es así
pues de lo que en realidad se trata es de conflictos y competencias entre sectores
de la tecnoestructura supranacional, por un lado, y la resistencia de los distintos
Estados-nación y sus estructuras políticas y económicas
que procuran lograr el mejor posicionamiento posible ante los embates del nuevo
orden mundial, por el otro. Así podemos comprender la aparente
paradoja que significa comprobar que aunque Estados Unidos parezca enfrentarse
al Japón" al día siguiente nos enteramos que las políticas
de la tecnoestructura logran limpiar de un plumazo decenas de miles de puestos
de trabajo dentro de los Estados Unidos y Japón trasladando inversiones,
plantas y trabajo a los más dispares rincones del planeta. Hoy el proceso
de rápidos cambios mundiales no lo motoriza ningún factor nacional
o público, sino más bien un conjunto compacto y discreto de fuerzas
supranacionales y privadas.
Proponemos entonces analizar
algunos de los factores que han transformado a los Estados Unidos en el actor
vital dentro de este proceso mundial, puesto que a lo largo de este siglo conforma
el eje mundial desde el cuál se irradia la doctrina y prédica
del nuevo orden mundial. Esto ha llevado a que muchos confundan este complejo
proceso con una simple voluntad de poder imperial de la nación del norte.
No dudamos que existe mucho de esto ya que su clase dirigente así lo
ha considerado tradicionalmente desde la época de la Doctrina Monroe
de 1823 y, en nuestra región, particularmente a partir de su victoria
sobre España en 1898. Pero la tecnocracia supranacional tiene metas mucho
más amplias y objetivos claramente más abarcadores que un mero
expansionismo imperialista estadounidense.
La exigencia de un nuevo paradigma -
Dentro de este marco conceptual,
diremos que el poder real debe operar dentro de estructuras muy diferentes
a las que corresponden al Estado-nación moderno, las que deben satisfacer
los requerimientos propios del ejercicio del poder real. Identificar
a este proceso y sus manifestaciones para luego prever sus consecuencias requiere
de una visión aguda y de un cambio de mentalidad y enfoque. Exige superar
mitos y apartarse del camino más cómodo por el cuál transita
la "opinión pública", lo que también conlleva
el peligro de atraer sobre sí las iras de los hacedores, propagadores
y dueños de opinión autorizada; de aquellos "fabricantes
del consenso", según la cándida descripción de Walter
Lippmann. (20)
Conviene para ello realizar
el necesario ejercicio intelectual de meternos en los zapatos, por así
decirlo, de estos compactos conjuntos de hombres y mujeres que dirigen los resortes
del poder real. Así podremos comprender qué haríamos
nosotros en su lugar y cómo nos organizaríamos para conducir
los procesos políticos, económicos y sociales planetarios. De
esta manera, aunque quizás no podamos cambiar esta realidad, al
menos tendremos la ventaja de conocerla, comprenderla y saber de qué
se trata.
Digamos, entonces,
que una manera eficaz y eficiente de administrar el poder mundial es construyendo
una red flexible de organizaciones discretas privadas, cuyo propósito
declarado se limita a tan sólo el estudio y análisis de
la amplia y compleja problemática que enfrenta al hombre en todos los
órdenes y en una amplia gama de disciplinas. Para ello, reúne
a los mejores cerebros y a las más influyentes personalidades del quehacer
político, económico, académico y social dentro y fuera
de las naciones en las que se concentra el poder real.
Tales organizaciones discretas
existen en la actualidad, siendo su función la de identificar, evaluar
y analizar la amplia gama de procesos, problemas y conflictos que actualmente
enfrentan al mundo en los ámbitos político, económico y
socio-cultural. Para ello, diseñan planes de acción concretos
que reflejan el mejor direccionamiento y posicionamiento de estos problemas,
teniendo como única prioridad la defensa de sus propios intereses. Esos
intereses no son otros que los representados por las personas que directa o
indirectamente operan, apoyan, financian y avalan estas organizaciones discretas.
El presente ensayo estudia y
describe a una de éstas, el Council on Foreign Relations, Inc. (CFR),
junto a un reducido conjunto de otras organizaciones similares y complementarias
con las que el CFR opera estrecha y coordinadamente. Como hemos dicho
en un anterior ensayo (21), estas organizaciones no detentan por sí mismas
poder formal alguno, ya que hacerlo implicaría adquirir un alto
perfil público lo que, en un mundo regido por el mito democrático,
anularía su efectividad, continuidad y consistencia. Lo que sí
importa destacar es el hecho de que su grupo heterogéneo de miembros
y patrocinadores detentan importantes y determinantes cuotas de poder
real en sus ámbitos naturales de acción. Esos ámbitos
naturales, que a menudo sí suelen tener un alto perfil público,
los configuran los altos puestos y cargos directivos en las grandes empresas
transnacionales, en los medios de difusión masiva globalizados, en puestos
clave en la función pública de distintos Estados nacionales, en
las principales casas de altos estudios y universidades, en las fuerzas armadas,
en las estructuras financieras mundiales, y en organismos supranacionales.
De esta manera, el CFR y
la red que controla sirve de ámbito natural de coordinación
y compatibilización de todo el conjunto de intereses que estas
poderosas estructuras económicas tienen en común y que necesitan
ordenar informal y discretamente a nivel planetario. Estos intereses
vitales requieren la paulatina creación – invención, debieramos
decir - de nuevas instituciones para administrar y lograr las metas y los objetivos
socio-económicos de la tecnocracia supranacional, independientemente
de que éstos coincidan o no con los intereses de las distintas naciones
y pueblos del mundo. No sería nada conveniente para la tecnocracia que
sus metas y objetivos fuesen conocidos por el amplio público, no tanto
porque se trate de objetivos ilegítimos, sino mas bien porque la opinión
pública mundial aún no se encuentra lo suficientemente preparada
intelectual y psicológicamente para asumir los nuevos paradigmas que
dichos objetivos presuponen. De ahí se comprende el bajo perfil adoptado
por el CFR y organizaciones similares que, reiteramos, por sí
solas no detentan poder formal alguno ni tampoco lo necesitan. Según
lo expresamos previamente, el CFR actúa como una suerte de eje
inmóvil que hace girar la rueda del poder mundial.
Al referirnos a esquemas de
coordinación y compatibilización de estrategias y pautas, ello
no significa que las relevantes personalidades que son miembros de estas organizaciones
se pongan de acuerdo en todo. En primer lugar, ello resultaría
imposible debido a aquello de que jamás existe acuerdo total entre dos
personas inteligentes por cuanto sólo los simples de entendimiento se
ponen de acuerdo en todo. No tengamos dudas de que los directivos, miembros
y colaboradores del CFR, de la Trilateral Commission, del Carnegie
Endowment for International Peace, del Royal Institute of International
Affairs y otras organizaciones similares, reúnen a los mejores cerebros
y mayores especialistas del planeta provenientes de una variada, y a menudo
contrapuesta, extracción política y doctrinaria.
En segundo lugar, ni siquiera
necesitan ponerse de acuerdo en todo por cuanto tratándose, como
es el caso, de hombres y mujeres provenientes de diversas disciplinas y orígenes,
la confrontación de opiniones dispares, a menudo muy intensa, sobre temas
puntuales resulta muy creativa y útil, configurando verdaderos ejercicios
de brainstorming. (22)
Lo destacable radica
en el hecho de que estas influyentes personas se pongan de acuerdo en aquellos
temas fundamentales y decisiones clave que resultan esenciales, ya que
es en ese conjunto de temas y metas esenciales dónde se
verifica el direccionamiento hacia el nuevo orden mundial y su proyecto de gobierno
mundial. Para comprender esto, debemos enfatizar que el CFR diseña
estrategias mundiales y no incurre en aspectos meramente operativos.
A modo de ejemplo, entre sus
miembros se encuentran altos directivos de las automotrices Ford y General Motors
y de los bancos Citicorp y Bank of Boston. Claramente, a nivel operativo,
estas empresas son competidoras entre sí en sus respectivas industrias
y en todos los mercados en los que operan lo cuál es normal dentro del
sistema capitalista y sus operaciones apenas si interesan al CFR. Sin
embargo, estas empresas tendrán objetivos estratégicos en
común como, por ejemplo, impulsar la apertura de nuevos mercados mundiales,
lo que conlleva la necesidad de que los Estados nacionales en esos nuevos mercados
sean dóciles y permeables a sus planes y que sus territorios dispongan
de buenos caminos para que la gente quiera adquirir un automóvil, y que
su clase media tenga ingresos suficientes para poder pagar los créditos
por la comprar de esos automóviles que fabrican, y que finalmente los
medios de difusión propaguen un estilo de vida en que el automóvil
y las compras a crédito sean moneda corriente.
De manera que estratégicamente,
todas estas empresas identifican claros objetivos en común. Recien una
vez "abierto" y desarrollado un nuevo mercado, entra a jugar la "libre
competencia" que observamos a diario: Ford tratará por todos los
medios de vendernos un Escort, mientras que General Motors nos persuade
a eligir un Chevrolet; al tiempo que el Citibank nos dirá que
dispone de los mejores términos crediticios y el Banco Boston hará
otro tanto. La libre competencia es sólo en el nivel operativo, o sea
económico; en el ámbito estratégico, o sea político,
los intereses son otros y las megacorporaciones operan mancomunadamente.
El CFR es el instrumento que brinda consistencia y coherencia a esas
estrategias y políticas promovidas por los detentores del poder real.
Es la manifestación más acabada de que la gran "privatización"
de nuestros días: la privatización del poder.
El nuevo orden mundial de la globalización
-
La problemática del nuevo
orden mundial y los objetivos reales aunque poco conocidos de las fuerzas impulsoras
del proceso de globalización en el que nos encontramos inmersos fueron
elocuentemente expuestos por Richard Gardner, embajador del presidente
Clinton en España y miembro del CFR, en un artículo publicado
en la revista del CFR, Foreign Affairs, en 1974. Entonces decía
Gardner que "La esperanza para el futuro previsible yace no tanto en
la construcción de unas pocas instituciones centralizadas ambiciosas
con miembros universales y jurisdicción general, tal como se lo imaginado
al finalizar la última guerra mundial, sino más bien en un proceso
mucho más descentralizado, desordenado y pragmático, que invente
o adapte determinadas instituciones de jurisdicción limitada y con miembros
selectos, con el objetivo de abocarse a problemas específicos abordándolos
caso por caso, a medida que la necesidad de cooperación es percibida
por las naciones relevantes. Semejantes insituciones de jurisdicción
limitada tendrán mayor oportunidad de hacer aquello que resulte necesario
para que el "imperio de la ley" sea posible entre las naciones – brindando
métodos para cambiar la ley e imponerla a medida que cambie y crezca
la percepción de los intereses comunes, que son la precondición
necesaria para lograr una cooperación exitosa. En pocas palabras, la
‘casa del orden mundial’ tendrá que ser construida desde abajo hacia
arriba en lugar de hacerlo de arriba para abajo. Se asemejará a una gran
‘confusión retumbante y sibilante’ para usar las palabras de William
James en su famosa descripción de la realidad; pero sin embargo una carrera
final alrededor de la soberanía nacional, que la erosione pedazo a pedazo,
permitirá lograr mucho más que el anticuado método del
asalto frontal. Por supuesto, en consideración a razones tanto políticas
como administrativas, algunos de estos arreglos especializados deberán
mantener una relación adecuada con las instituciones centrales del sistema
de la ONU; pero el punto clave es que toda función esencial sea llevada
a cabo. (23)
Con esta importante definición
expresada por Gardner, estamos ante una de las claves de la globalización
que debemos destacar. Primeramente, resulta necesario distinguir entre el concepto
de mundialismo que implica la colaboración y la acción mancomunada
entre los diversos Estados-nación del planeta en aras de objetivos en
común: la economía, el medioambiente, la salud, la investigación
científica, la resolución de problemas internacionales en el sentido
de asuntos "entre naciones", por un lado; y el concepto de la globalización
que conforma una novedosa y revolucionaria ideología, por el otro. El
mundialismo presupone la acción entre naciones soberanas, lo que necesariamente
implica que sea de índole política; refleja la visión
europea –francesa, española, italiana - del mundo actual como una "gran
aldea"; se ensambla con la visión continentalista que Juán
Perón sostenía hace cuatro décadas. El mundialismo conforma
una visión eminentemente geográfica de la realidad; en
ella toda consideración económica o financiera de índole
privada ha de quedar subordinada a las decisiones del ámbito político
público y nacional.
La globalización, por el
contrario, refleja una ideología alineada eminentemente con una cosmovisión
anglosajona, o más precisamente, angloestadounidense del mundo. Sitúa
el eje determinante del devenir social en lo económico-financiero, o
sea, en el poder privado al cual pretende subordinar toda estructura y accionar
político. La globalización exige el control sobre
todos los Estados del mundo; es el poder privado controlando y actuando por
encima de el poder público. La globalización, en su accionar
político identifica como su enemigo, como su hostis o adversario,
al Estado-nación; a todos los Estados-nación. De forma tal que
mientras que el eje del mundialismo lo conforman los Estados-nación,
el eje del globalismo lo conforma las estructuras económicas privadas,
por loque presupone el debilitamiento, disolución y eventual desparación
del Estado-nación soberano; de todos los Estados-nación
soberanos. La ideología de la gobalización se propone privatizar
el poder en todo el planeta.
Aún resulta difícil
entrever todas las características de este naciente nuevo orden de la
globalización pero resulta factible identificar sus principales características
según se describe a continuación:
-
Traspaso de la totalidad de las actividades económicas del planeta al ámbito privado. Innegablemente existen distintos grados de desarrollo regional y diversas problemáticas relacionadas con recientes procesos políticos clave, como por ejemplo, el colapso de los regímenes comunistas en la Unión Soviética y Europa Central. Ello hace que esta migración del poder hacia la esfera privada, que se manifiesta en el de la privatización de gran número de actividades hasta entonces bajo dominio del Estado, marche con una dinámica despareja y con distintas características en cada país y región del planeta. De ahí la necesidad de la tecnocracia supranacional de instrumentar estos cambios de manera altamente flexible.
-
A medida que se posiciona con mayor firmeza la idea de la privatización, la misma pasa a abarcar a otras funciones administrativas tradicionales del Estado no directamente relacionadas con los procesos económicos, tales como educación, infraestructura pública - caminos, puertos, aeropuertos, etc., energía -, la administración pública, (24) justicia, fuerzas armadas y de seguridad, como así también los diversos órganos y entes de contralor en general.
-
Este proceso presupone el simultáneo y progresivo debilitamiento - y eventual ocaso - del Estado-nación como eje institucional básico para la administración del poder en todas partes del planeta. Una vez que se hayan traspasado todas sus funciones a un conjunto de nuevas instituciones y estructuras supranacionales, el Estado-nación habrá dejado de tener su razón de ser, con lo que la necesidad del mismo se esfumará. Claramente, este proceso es necesariamente gradual y requiere de un amplio y constante esfuerzo de posicionamiento paradigmático entre la opinión pública, a través del sistema educativo y, más aún, de los medios de difusión masiva.
-
Este proceso conlleva un factor paradójico, por cuanto a medida que lo privado cobra paulatina primacía sobre lo público y su radio de acción social crece, la definición de "privado" en contraposición a "público" también sufre una importante mutación. El paradigma del nuevo orden mundial que impone la globalización nos arrastra a una redefinición de los conceptos de público y privado de características verdaderamente revolucionarias.
-
La estandarización y eficientización de todos los procesos económicos, productivos y tecnológicos, lo que se refleja paralelamente en los procesos políticos, sociales y culturales en todo el mundo. Los límites entre estos ámbitos también van esfumándose, lo que resulta particularmente verificable en los de la política y la economía.
-
La concentración de poder para organizar al planeta en un conjunto compacto de personas. Cada vez más la tecnología permite que esa concentración de poder pueda prescindir de toda centralización geográfica. El poder mundial ideal será aquél que se hace sentir en todas partes pero que no precise ni disponga de un centro o sede identificable.
-
Este esquema presupone ejercer el monopolio sobre tres factores vitales para el ejercicio del poder mundial que ilustramos nuevamente con un triángulo representativo del "monopolio del poder" (Fig. 3). Estos tres factores implican detentar el control exclusivo y excluyente sobre:
-
Todos los procesos económico-financieros del mundo (marco económico). Particularmente, el control sobre el sistema financiero mundial, que se encamina hacia una única moneda universal; ya hoy existen básicamente una moneda "patrón" mundial: el dólar estadounidense y dos monedas regionales: el Euro y el Yen.
-
Todo el sistema jurídico y de administración de justicia (marco legal). O sea, el poder de determinar qué es legal y qué no lo es, más allá de todo concepto de legitimidad. Ello necesariamente arrastra al creciente uso de una única lengua universal en el mundo económico y político, el inglés y la imposición del unique pensée a través de los medios de difusión masiva.
-
Todo el poder militar y policial (marco coercitivo). Ello implica el control militar monopólico por una única fuerza militar planetaria cuya función oficial será exclusivamente la del "mantenimiento de la paz" ante hechos declarados ilegales según el punto (2) previamente mencionado.
En su conjunto, estos tres vértices
conforman el Poder Político.
(Fig. 3: El triángulo
del "Monopolio del Poder"):
Este proceso evolutivo resulta altamente
complejo y seguramente configura el más amplio y abarcador de toda la
historia del hombre habiendo cobrado en nuestro siglo una fuerza determinante.
Se encuentra íntimamente ligado a la globalización en todos los
ámbitos de la actividad humana.
El escritor argentino y secretario
general de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores (CLAT), Emilio
Maspero define "seis mandamientos que rigen la globalización";
los tres primeros son imperativos fundamentales y tres siguientes medios necesarios:
-
"El primero es que la globalización es inevitable e irreversible; que nada ni nadie puede modificar el actual proceso de globalización;
-
El segundo consiste en controlar, confiscar, poner al servicio de la globalización capitalista las revoluciones científicas y tecnológicas." Maspero señala que "nunca la tecnología es neutra, siempre es funcional al sistema dominante
-
El tercer mandamiento es el de la competitivdad sin límites, la competitividad salvaje: el que gana sobrevive, el que pierde desaparece;
-
El cuarto es la liberación total de los mercados nacionales para construir un mercado único global en el que desaparecen los intereses de la sociedad y la voluntad popular soberana;"
-
El quinto mandamiento es la desregulación de los mecanismos de dirección y de orientación de la economía....dejando la mano invisible del mercado. El Estado, los ciudadanos, los trabajadores, la sociedad política y la sociedad civil quedan completamente excluídos de la orientación y conducción de la vida económica de sus países;
-
El sexto mandamiento, conclusión lógica de los anteriores y que corona, es la privatización de toda la economía."
.
A renglón seguido, Maspero
describe a esta ideología de la globalización como "un
siniestro cambalache donde todo se vende y todo se compra, alimentado por un
individualismo materialista, el sálvese quien pueda y por un pragmatismo
cínico y completamente amoral. Es el proyecto que consolidará
la primacía de las cosas sobre las gentes, sin ninguna sensibilidad humana
ni social." (25)
Asimismo, el proceso globalizador
de ninguna manera es casual sino que es claramente dirigido y direccionado por
el conjuntio de intereses económicos y financieros que describimos en
estas páginas. Al sustentarse sobre lo económico, y si recordamos
la observación de Carl Schmitt de que la economía distingue entre
lo útil y lo inútil, rápidamente comprendemos que la globalización
"genera una tremenda dinámica centrífuga que impacta a
fondo a nuestras naciones, pueblos y personas. Tiene una virtud maléfica
de desintegración y descomposición en todos los aspectos de la
vida. El mundo se hace cada vez más pequeño, pero no se está
uniendo. Los mercados, las economías, las finanzas se globalizan, se
unifican pero las naciones, los Estados, las ciudades, los barrios, los tejidos
sociales, las gentes, se están desintegrando......´[se trata de]
un proyecto totalmente desfavorable para los hombres y las mujeres que necesitan
trabajar para vivir, para el mundo del trabajo y de los trabajadores, para sus
organizaciones representativas." (26) Según la revista Newsweek,
estamos ante un fenómeno que describe como "killer capitalism"
– el capitalismo asesino. (27)
Al actuar de una manera altamente
volátil y dispersa según la moderna teoría del caos – caos
altamente organizado, se entiende –, surte un efecto desorientador entre la
opinión pública mundial que prácticamente ha bajado los
brazos ante su arrollador avance. Para mejor comprender este proceso, citamos
las palabras del sociólogo y enviado francés a la Unión
Europea Occidental, Jean-Marie Guéhenno, en su ensayo "El
Fin de la Democracia" cuando dice, "Entramos en la era de los sistemas
abiertos, ya se trate de estados o de empresas, y los criterios del éxito
son lo opuesto a los de la era institucional y de los sistemas cerrados. El
valor de una organización no se mide ya por el equilibrio que intenta
establecer entre sus diversos componentes ni por la nitidez de sus fronteras,
sino por el número de aperturas, de puntos de articulación que
ella mantiene con todo lo que le es exterior". (28) El CFR viene
desempeñando el rol de cerebro previsor y planificador del mundialismo,
actuando en forma determinante en la operación y creación de otras
organizaciones análogas que cumplen funciones complementarias; entre
todas mantienen un orden flexible, coherente y consistente en este novedoso
"sistema abierto" que pretende administrar y direccionar.
Una de éstas, por ejemplo,
es la conocida Trilateral Commission, creada hace ya más de 26
años, que abarca a personalidades de máxima influencia provenientes
de las tres regiones industrializadas del planeta: los Estados Unidos/Canadá,
Europa Occidental y el Japón. Desde entonces, la casi totalidad de los
miembros del ala estadounidense de la Trilateral Commission provienen,
precisamente, del Council on Foreign Relations, mientras que los miembros
europeos provienen del grupo Bilderberg y del Royal Institute of International
Affairs. Como veremos más adelante, de la misma manera que en el
plano económico-financiero global, el Sistema de la Reserva Federal
se complementa con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional
como canales de influencia directa e indirecta sobre las economías del
resto del mundo; en el plano político, y de manera mucho mas discreta,
el CFR utiliza a organizaciones como la Trilateral Commission,
para ejercer una función análoga de alcance mundial.
A menudo en nuestro estudio
sobre el CFR resulta preciso proceder con cierta ambivalencia en cuanto
al alcance de su influencia, por cuanto formalmente se trata de una entidad
estadounidense cuyos miembros son ciudadanos de esa nación y cuyo ámbito
primario de influencia se concentra en los Estados Unidos. Sin embargo, esa
influencia cobra dimensiones planetarias precisamente debido al hecho de que
estamos ante una entidad direccionadora del poder real dentro del país
más poderoso del planeta cuya voluntad política, económica,
social y cultural se impone poderosamente sobre el resto del mundo. Guste o
no, esta es la realidad y existe un amplio conjunto de conclusiones que pueden
derivarse de ello y que podrán resultar provechosas para pueblos como
el nuestro, a pesar de que poco - quizás nada - podamos influir sobre
los hechos y las voluntades que forman y conforman al mundo en su conjunto.
Quizás resulte un poco
frustrante tener que reconocer que no podemos desempeñar un rol independiente
en el mundo actual y que de ninguna manera podemos ser dueños de nuestro
propio destino ni, mucho menos, señores en nuestra tierra. Por ejemplo,
a pesar de la rápida integración de nuestra región dentro
de la tecnoestructura supranacional, nuestro país jamás ha estado
tan debilitado y atado a la voluntad de las fuerzas de la globalización
que conforman el nuevo orden mundial, como ocurre en la actualidad. Sin embargo,
la debilidad más cruel que afecta a argentinos, brasileños y chilenos
no es tanto la imposición de tal o cual modelo político o la adopción
forzada de determinados sistemas económicos y pautas financieras, sino
mas bien la debilidad cultural y la generalizada falta de voluntad independencista
que hace que buena parte de nuestra clase dirigente haya comenzado a pensar
según los paradigmas de la tecnocracia supranacional. Como resultado,
se arrastra a todo el pueblo a ser "reeducado" inculcándole
un nuevo conjunto de valores y estilos culturales que rápidamente desplazan
a los tradicionales. Para colmo, ya no lo hace en obediencia burda a dirigentes
externos, sino conducidos por una clase dirigente autóctona que repite
las ideas del mundialismo y promueve, conciente o inconcientemente, sus intereses.
De esta forma, en la Argentina el poder del dinero se ha transformado en la
nueva religión nacional que nos hace arrodillar ante el becerro de oro.
Apenas puede imaginarse forma más sutil y corrosiva de colonialismo.
Esos modelos y paradigmas del
pensamiento propagados por ciertos estamentos dirigenciales locales, bien pagos
por cierto, sirven a una meta superior de alcance planetario que las mayorías
apenas si alcanzan a divisar. Pues, si hoy países "emergentes"
como la Argentina se ven obligados a aceptar diversos condicionamientos políticos
y económicos impuestos por la tecnocracia supranacional a través
de sus diferentes instrumentos ejecutores, ello refleja el cúmulo de
aciertos que esa tecnocracia ha logrado a lo largo de este siglo y el
simultáneo cúmulo de desaciertos y errores que nuestros
dirigentes políticos, empresariales, intelectuales y mediáticos
han cometido. Ya hoy en día, la brecha que se ha abierto entre esa tecnocracia
globalista y nuestras magras posibilidades locales resulta prácticamente
infranqueable, lo que obliga a un replanteo serio y pragmático
de las reales posibilidades que se abren ante nosotros, desechando metas
poco realistas de recuperar en el corto plazo nuestra soberanía política
e independencia económica en el país y en la región.
Por eso, el axioma elemental
que debemos recordar y que tanto nuestra clase dirigente como la opinión
pública local deben comprender, es aquél que nos recuerda que
la política es el arte de lo posible y que hoy en día a
nuestros dirigentes y gobernantes se les presentan muy pocas opciones,
y éstas rara vez resultan atractivas. Lo que importa, sin embargo, es
que esa dirigencia evalúe y ejecute estas posibilidades políticas
desde un marco intelectual independiente y que no termine pensando según
las pautas y patrones intelectuales de la tecnocracia supranacional. Innegablemente
ha llegado el momento de llamar a las cosas por su nombre: hoy la Argentina
ha perdido su soberanía política e independencia económica;
ha claudicado culturalmente ante los paradigmas, costumbres y estilo angloestadounidense;
sus dirigentes han perdido el rumbo y la voluntad de mantener al país
libre. Por eso, hoy la Argentina es una colonia. Si tenemos el
coraje y entendimiento para comprender esta realidad, al menos habremos dado
el primer paso que nos conducirá hascia la salida del triste predicamente
en al que hemos sido arrastrados.
Sino en lugar de una auténtica
dirigencia política propia, tan solo seguiremos teniendo un cuerpo
gerencial local que no sabrá hacer otra cosa que seguir aplicando
sus talentos y conocimientos técnicos en pos de la ejecución de
políticas ajenas ordenadas por sus mandantes en los centros de poder
mundial. Entiéndase bien: nadie duda de la capacidad técnica de
los Domingo Cavallo, los Roque Fernandez, y de todos los jóvenes excelentemente
preparados que salieron de la Fundación Mediterránea para copar
el Ministerio de Economía, pues es bien sabido que este equipo de varios
centenares de técnicos ha sido sólidamente entrenado en la Universidad
de Harvard. Pero precisamente por eso es que llevan firmemente incorporado los
paradigmas, ideales y cosmovisión de los impulsores de la globalización.
Son todos excelentes goleadores; lástima que juegan para el equipo contrario....
Una verdadera dirigencia trabaja
en aras de lograr lo mejor posible para su comunidad, por más
que los resultados de su acción disten de ser ideales. Una gerencia,
solo sabrá operar como administradora local de las políticas del
mundialismo. Y ahí radica, en definitiva, el objetivo de este ensayo:
ayudar a entrever algunas facetas y reflejos de esta compleja realidad planetaria
para poder tener una idea de los orígenes de gran parte de la problemática
que hoy, interdependencia mediante, nos afecta a todos con una intensidad feroz,
una velocidad dramática y, a menudo, una violencia despiadada.
En la actualidad escuchamos muchas
declamaciones acerca de la "libertad" pero, insistimos, la única
libertad no es aquella de la que puede disfrutar el cuerpo ni la que permite
dar rienda suelta al capricho del momento; sino mas bien la auténtica
libertad es aquella que ilumina al espíritu y entendimiento del hombre.
Por ello, no hay peor destino ni más cruel esclavitud que aquella que
sutilmente nos encadena a pensar con el cerebro ajeno en lugar de hacerlo
con la mente propia. En otro ensayo en vías de preparación,
nos ocuparemos de aspectos relacionados con la acción psicológica
que a través de los medios de difusión e información masiva
y del sistema educativo conforman y deforman nuestra visión del mundo.
Concluyamos esta introducción con dos fragmentos que ayudarán
a comprender hacia dónde se dirije el mundo: uno proveniente del propio
CFR al poco tiempo de su fundación y el otro escrito por un miembro
de su más jóven organización hermana que le sirve de brazo
externo hacia el mundo industrializado, la Trilateral Commission.
En el año 1922,
en el segundo número del periódico sobre política exterior
del CFR, "Foreign Affairs", el mas prestigioso de su
clase en los Estados Unidos, se decían las siguientes palabras: "Obviamente
no habrá ni paz ni prosperidad para la humanidad mientras permanezca
dividida en cincuenta o sesenta estados independientes.....Igualmente obvio
resulta el hecho de que no habrá progreso sostenido de la civilización
ni auto-gobierno entre los pueblos más primitivos hasta tanto no se cree
algún tipo de sistema internacional que termine con las luchas diplomáticas
que surgen cuando cada nación procura lograr su seguridad.... El verdadero
problema hoy es el de estructurar un gobierno mundial (el resaltado
es nuestro)" (29) Así planteba el CFR en sus comienzos
la problemática global, siendo que su accionar desde entonces se ha encaminado
sistemáticamente hacia el fortalecimiento del ideario del globalismo
y su corolario inevitable, el debilitamiento del Estado-nación. Ello
no lo ha hecho en forma lineal y frontal, sino más bien a través
de estrategias que lo han llevado a adoptar un camino más tortuoso; a
veces avanzando dos pasos para luego retroceder uno. En el plano político,
más que atacar a las instituciones del Estado-nación – el ejecutivo,
el congreso, el poder judicial o las fuerzas armadas - ha preferido atacar la
raíz del problema: o sea, cuestionar la mismísima razón
de ser del Estado-nación. Pues una vez que éste se debilite y
desmorone, arrastrará consigo en forma automática a todas las
instituciones públicas que lo conforman o, al menos a aquellas que no
convienen a los intereses de la tecnocracia globalizadora. Ello se logrará
en forma gradual y a medida que se pueda hacer coincidir la disolución
de estas instituciones con su reemplazo más o menos ordenado por nuevas
instituciones supranacionales, actualmente en plena etapa de diseño y
construcción.
A modo de ejemplo, cabe señalar
que el proceso de descolonización de la posguerra, que redujo la influencia
relativa de Francia, Gran Bretaña, Bélgica y Holanda, generó
una gran cantidad de nuevos estados "independientes", buena parte
de los cuales resultó inviable, lo que hoy sirve para resaltar la supuesta
inoperancia del Estado-nación, ayudando así a preparar su disolución.
Como ya hemos dicho, idéntico efecto surte la creciente confusión
que se produce entre Nación, Estado y Gobierno, que hace que a su vez
se confunda la inoperancia de los gobiernos de turno con el fracaso del Estado
e incluso de la propia Nación.
El Estado es tan bueno o tan malo
como los hombres y las mujeres que lo conforman, con lo que el punto clave consiste
en determinar si los mecanismos a través de los cuales se accede al gobierno
son los más convenientes o no para las naciones del planeta. En las democracias
modernas, esos mecanismos tienen como eje fundamental los partidos políticos;
sin embargo, en un mundo en el que el dinero todo lo rige, resulta difícil
hallar una organización más dependiente del dinero que un partido
político. Así las campañas de los candidatos de todos los
partidos son financiadas directa o indirectamente por el conjunto de fuerzas
comprometidas con el proceso de globalización, con lo que es atendible
que se posicionen aquellas personas que por conviccióo o por ignorancia
promoverán el creciente debilitamiento del Estado. No es casual que prácticamente
todos los gobiernos del mundo se vean afectados por altos índices de
corrupción, desórden y mala imagen – sea en Gran Bretaña
dónde el primer ministro Tony Blair ha perdido importantes ministros
por escándalos financieros y de homosexualidad; como en Estados Unidos
dónde el propio presidente Clinton debió enfrentar un posible
juicio político por inconducta sexual; como en la Argentina dónde
las generalizada corrupción de altos funcionarios en las tres ramas del
gobierno y en los nibeles nacional, provincial y municipal son vox populi.
De esta forma los mediocres, cretinos y corruptos que suelen llegar al poder,
desvirtúan y erosionan la imagen del Estado-nación en consonancia
implícita con los objetivos de la globalización, lo que a su vez,
debilitar la consistencia y estabilidad de las propias naciones del mundo.
Este ensayo analiza la estructura
de poder del más poderoso Estado-nación del planeta: los Estados
Unidos de Norteamérica, que se ha visto fortalecido transitoriamente
por las políticas impulsadas desde el CFR. Sin embargo, hoy
existen fuertes indicios de que este proceso estaría tocando su fin con
lo que, a su debido turno, el propio Estados Unidos deberá cederle el
paso a organizaciones, estructuras y sistemas supranacionales crecientemente
poderosos y no siempre fácilmente identificables. Es más, Estados
Unidos probablemente configure el primer Estado-nación que será
sometido a una profunda redefinición y revolucionaria reingeniería,
ya que una vez que Estados Unidos adopte un nuevo curso, el resto del mundo
no tendrá otra opción que alinearse rápidamente. Las consecuencias
de este proceso para la humanidad resultan difícilmente ponderables.
Prosiguiendo con la segunda
cita anunciada y haciéndose eco de esta visión, un folleto descriptivo
de la Trilateral Commission, del año 1979-80, incluye declaraciones
de uno de sus mas prestigiosos miembros, el alemán Theo Sommer, director
del diario "Die Zeit" ("El Tiempo") de Hamburgo,
Alemania, quién describía las tareas de esta organización
diciendo: "Aquí, por encima de las burocracias nacionales e internacionales
y más allá de los breves mandatos de la mayoría de los
gobiernos elegidos, un conjunto beneficioso de reuniones e intercambios de puntos
de vista ha cobrado realidad - una suerte de Establishment Europeo-Japonés-(Norte)americano.
Así, pueden abordarse problemas que yacen más allá de las
estrechas miras de los intereses de los Estados-nación y que trascienden
los horizontes de tiempo de una sesión legislativa....."
De manera que mientras todos
nos hallamos demasiado ocupados tratando de comprender las consecuencias que
los procesos electorales de todos los países acarrean; procurando descrifrar
qué significa que ganen los demócratas o republicanos en Estados
Unidos; los laboristas o conservadores en el Reino Unido; los socialdemócratas
o demócratacristianos en Alemania, justicialistas o radicales en Argentina;
o porqué vivimos de "crisis en crisis" en lo económico;
o porque las bolsas suben y bajan como si se tratara de una vuelta en la montaña
rusa; o que consecuencias nos traerá una corrida cambiaria en Sao Paulo
o Bangkok o Moscú o Kuala Lumpur; o qué resultará de las
últimas megafusiones corporativas – Daimler benz y Chrysler, Exxon
y Mobil, Citibank y Travelers Insurance, British Petroleum y Amoco,
entre tantas otras –; mientras nos hallamos tratando de develar estos
y otros misterios, decimos, lo verdaderamente importante ocurre
en otro ámbito; acontece fuera de la vista
del público. Pues "el mundo según CNN" – o si
se quiere, el New York Times, Washington Post, La Nación o Clarín,
lo mismo da – no es el mundo real.
Es tan sólo una seguidilla
inconexa de datos, noticias e informaciones desperdigadas que luego sistematizan
e interpretan los así-llamados formadores de opinión, y los analistas
están a sueldo del sistema de la globalización, quienes hacen
que veamos, creamos y pensemos de una manera muy precisa y determinada. El desafío,
ahora más que nunca, consiste en ver y comprender cómo funciona
el mundo realmente, lo que conforma el único objetivo del presente
ensayo.
Notas
1) Johann Wolfgang
Goethe - poeta y dramaturgo alemán (1749-1832), en su Fausto: La
Tragedia Primera Parte, dice:
"Fausto:
Entonces, dime, ¿quién eres tu?
Mefistófeles: Parte soy de aquella fuerza que siempre
quiere el mal más siempre el bien provoca".
Mefistófeles: Parte soy de aquella fuerza que siempre
quiere el mal más siempre el bien provoca".
2) The Tragedy
of Hamlet, Acto I – "Algo huele podrido en el estado de Dinamraca...."
3) Para nuestros
lectores no-argentinos, aclaramos que el Viejo Vizcacha es un personaje del
"Martín Fierro" del escritor José Hernandez,
quién representa el arquetipo de la sabiduría y astucia de un
viejo gaucho de las Pampas del siglo pasado.
4) Charles Baudelaire
(1821 - 1867), Las Flores del Mal.
5) Definimos a
la tecnoestructura supranacional regida por una tecnocracia supranacional,
de la siguiente manera:
- Tecnoestructura: Infraestructura conformada por unidades económicas industriales, comerciales, financieras, educacionales y de medios de difusión, que genera, utiliza y controla el desarrollo tecnológico y su aplicación en todos los ámbitos de las actividades humanas en todo el planeta. En los procesos económicos, abarca directa e indirectamente a la casi totalidad de las actividades económicas y financieras del mundo. Su accionar se basa en la capacidad, idoneidad y eficiencia de sus estamentos gerenciales como planificadores y ejecutores de todos los procesos económicos.
La correcta coordinación
y control de estas actividades económicas por la tecnoestructura,
se logra impulsando esquemas de planeamiento político orientados
a consolidar y compatibilizar sus intereses comunes. Ello se realiza a través
de grupos humanos compactos, exclusivos y rigurosamente seleccionados, que
conforman una tecnocracia. Su estructura piramidal controla políticamente
el direccionamiento de los macroprocesos económicos conformados por
poderosos y complejos conjuntos formales e informales de unidades económicas.
- Supranacional: Describe el ámbito de poder de este conjunto de estructuras e intereses que, cada día mas, procuran y logran operar fuera del ámbito, control e influencia de todo Estado-nación, ya hoy ubicándose por encima de éstos.
6) Traducción
del inglés "New World Order"; frase utilizada sistemáticamente
desde hace décadas por las elites anglonorteamericanas para describir
su visión del ordenamiento mundial deseable en el cuál el poder
político-económico ya no lo detentarán las estructuras
públicas asociadas al Estado-nación soberano sino, más
bien, un conjunto de estructuras privadas que opera como una red supranacional.
Ya en 1918, al finalizar la primera guerra mundial, se pensaba en un ulterior
nuevo orden mundial; luego en 1945 al finalizar la segunda guerra mundial
y desde 1989 con el fin de la guerra fría, este concepto fue rescatado
y puesto en boca del ex presidente George Bush, para describir lo que pareciera
conformar el asalto final de la tecnoestructura supranacional para erigirse
en el único poder planetario.
En cada etapa de su desarrollo
estos poderes fácticos mundiales procuraron erigir estructuras administrativas
según las necesidades y posibilidades de cada época. Es así
que al finalizar la primera guerra surgieron estructuras financieras internacionales
que impulsaron la creación de la Liga de las Naciones; luego
tras la segunda guerra mundial surgió una poderosa red de estructuras
económicas multinacionales que impulsaron la creación de una
amplia gama de organismos multilaterales mundiales: la Organización
de las Naciones Unidas, en el ámbito político y agencias
financieras como el Banco Mundial y el FMI que operan como brazo
internacional del Banco de la Reserva Federal estadounidense. En nuestros
días y tras el fin de la Guerra Fría y la prevalencia de una
única superpotencia mundial y un único orden económico
planetario, nos encontramos ante un nuevo y mucho más ambicioso proceso
que procura profundizar la organización del mundo mediante nuevas instituciones
de diversa índole como la Organización Mundial del Comercio
en lo económico (1995) y la Corte Criminal Internacional (1998),
entre otras.
7) Idea que luego
en el siglo XIX retomaría otro primer ministro británico, Benjamin
Disraeli,en su interesante obra, "Coningsby"
8) William Shakespeare
- dramaturgo inglés (1564 - 1616) - "Fair is foul and foul
is fair! Hover through the fog and filthy air!" de "La Tragedia
de Macbeth" - Acto I, Esc. II.
9) Articulo escrito
por Stanley Bing, en la sección "While You Were Out",
revista Fortune, Oct. 16, 1995. Aportamos algunas aclaraciones que
pueden servirle al lector:
- Nicholas Leeson fue el joven trader a cargo de la sucursal Singapur de la banca británica Baring Brothers, quién – emulando al especulador Gorge Soros - creyó poder obligar a la bolsa de Tokio a subir mediante especulaciones financieras que, al fracasar estrepitosamente en marzo de 1995, le dejaron a la Baring’s una factura a pagar por U$S 1.200.000.000, que la arrastró a la quiebra (aunque al poco tiempo fue rescatada por el banco holandés, ING Banken, con la anuencia del Bank of England). Leeson fue arrestado y extraditado a Singapur dónde cumple una condena a seis años y medio de prisión.
- Pol Pot fue el jefe de gobierno comunista camboyano Khmer Rouge que se estima masacró a más de 3.000.000 de sus compatriotas entre 1975 y 1979; uno de los tantos holocaustos de este siglo que apenas reciben difusión. Pol Pot murió en 1998.
- Bill Gates es el joven co-fundador, CEO y principal accionista de Microsoft Inc., y a la sazón el hombre más rico de los EE.UU. y del mundo, con un patrimonio personal estimado en algo así como U$S 70.000.000.000 (a modo de comparación, su fortuna supera al PBI de la República de Chile).
- Pat Buchanan fue precandidato presidencial por el Partido Republicano en 1992 y nuevamente en 1996. Durante años predicó la doctrina de la derecha conservadora desde su programa en la pantalla mundial de la cadena noticiosa CNN.
- Securities & Exchange Commission es la comisión de valores estadounidense que fiscaliza a los operadores y a las transacciones bursátiles.
- Federal Trade Commission es el ente gubernamental estadounidense fiscalizador del comercio.
10) Ensayo "La
Corde pour les pendre" ("La cuerda de la cuál colgarán")
– escrito por el periodista francés especialista en política
internacional, Eric Laurent, (Editions Fayard, París 1980) - citado
en "Le Figaro Magazine", artículo "Incroyable:
ces capitalistes vent au secours de l’URSS" - del 06-Julio-1985.
Dicho ensayo trata sobre la interesante vida del recientemente fallecido empresario
Armand Hammer, presidente y fundador de la Occidental Petroleum
Company. Hammer, un ruso oriundo de la ciudad de Odessa, emigró
a los Estados Unidos heredando de su padre una gran fortuna, como así
también estrechísimos contactos con los bolcheviques fundadores
de la Unión Soviética. Ello le permitió relacionarse
con todos sus máximos dirigentes, desde Lenín y Kamenev en los
orígenes del régimen durante los años veinte, hasta Breznhev,
Chernenko y Gorbachev. La obra de Laurent apenas si llegó a las librerías
debido a la incautación de la misma organizada por los abogados de
Hammer. De la obra de Laurent puede inferirse la manera en que el accionar
de Hammer se ensambla significativamente con las políticas hacia la
URSS emanadas del Council on Foreign Relations, desde su fundación
en 1921 y luego, desde la Trilateral Commission fundada en 1973 como
brazo internacional del CFR. Los dirigentes soviéticos comprendieron
desde un principio algo que la opinión pública de occidente
pareciera no querer ver: que en el mundo capitalista el poder real
está en manos del sector privado y no de las estructuras públicas
de gobierno. "Estos señores del Kremlin" decía
Laurent, "son muy pragmáticos: saben que la esperanza de vida
de un hombre político en occidente es limitada ya que siempre están
a la merced de algún "Watergate" o de alguna mala presentación
televisiva. Los únicos verdaderos interlocutores que reconocen los
dirigentes comunistas son los grandes capitanes de la industria capitalista,
ya que su estabilidad y permanencia permiten formalizar acuerdos muy fructíferos."
Uno de los más importantes colaboradores de Hammer dentro de los Estados
Unidos fue durante años el Senador Albert Gore, Sr., padre del actual
vicepresidente. (ver también A. Salbuchi, "World Government:
Política y Poder en el siglo XXI", págs. 140 y 141).
11) Giovanni Agnelli
es miembro del Comité Ejecutivo de la Trilateral Commission (organización
fundada en 1973 por iniciativa de David Rockefeller a la que nos referiremos
en el presente ensayo y sobre la cuál tratáramos en uno anterior:
ver "World Government: Política y Poder en el Siglo XXI",
Buenos Aires, 1995). El proceso sucesorio dentro de la Fiat hace que Agnelli
le ceda transitoriamente la conducción del mayor emporio industrial
italiano (y uno de los mayores de Europa y el mundo, facturando más
de U$S 60.000.000.000 anualmente y empleando a 240.000 trabajadores en todo
el mundo), a Cesare Romiti, también miembro de la Trilateral
Commission. Sin embargo, la conducción seguirá firmemente
en manos de la familia Agnelli por cuanto Romiti, quién cumple 75 años
en 1999 - la edad de retiro obligatorio en la Fiat - cederá la conducción
del Grupo Fiat a un Agnelli. No obstante, los Agnelli sufrieron un
importante revés con el fallecimiento prematuro en 1996 del delfín,
Giovanni Alberto Agnelli, Jr., hijo de Umberto Agnelli (también miembro
de la Trilateral Commission).
Las estrechas relaciones de
Agnelli y la Fiat con David Rockefeller y la Trilateral Commission se remontan
a varias décadas, y pudieron verificarse nuevamente en 1996 cuando
Giovanni Agnelli prestó su asistencia a David Rockefeller aportando
U$S 90.000.000 para permitirle recuperar el control del complejo edilicio
Rockefeller Center de Nueva York, símbolo capitalista como ninguno,
que en los años ochenta la familia Rockefeller había vendido
a muy buen precio a la Mitsubishi Estate Co. Desde entonces, sin embargo,
su valor cayó estrepitosamente a raíz del colapso del mercado
inmobiliario estadounidense. (Fuente: The Wall Street Journal, 08-Dic-95).
También resulta interesante
señalar que el propio Giovanni Agnelli admitió que la Fiat pagó
"tangenti" (coimas) por unos U$S 35.000.000 a distintos políticos
italianos y sus intermediarios entre los años 1983 y 1993. A pesar
de ello, nada ni nadie parece poder tocar a los Agnelli. Todo lo contrario,
en 1995 el gobierno del primer ministro Lamberto Dini, premió
a la hermana de Giovanni, Susana Agnelli, nombrándola
Ministra de Relaciones Exteriores de Italia (Fuente: artículo de Robert
Graham del Financial Times de Londres, citado por el diario "Clarín"
de Buenos Aires, 01-Jul-1993).
A su vez, Cesare Romiti
está siendo investigado por la justicia italiana "bajo cargos
de haber creado un fondo ‘negro’ en Suiza para pagar contribuciones ilegales
a políticos italianos, falsear los balances de la empresa y evadir
impuestos". (Fuente: The International Herald Tribune, artículo
de Alan Friedman citado por "Ámbito Financiero" de Buenos
Aires, 23-Feb-96).
12) Alexis de Tocqueville
(estadista y escritor francés, 1805 - 1859) - "Democracy
in America" , originalmente publicado en 1835; re-editado por Doubleday,
New York, 1969, analiza el desarrollo de la sociedad norteamericana.
13) Denes Martos,
"El Desafío del Siglo XXI" - Edición privada,
Buenos Aires, 1996. Pág. 76. El autor señala acertadamente que
"algún día tendremos que volver a admitir que la libertad
no es el permiso para hacer las cosas sino el Poder de hacerlas. En este sentido,
la versión socioeconómica de la Libertad liberal, aquella que
podríamos llamar con más exactitud la Libertad capitalista,
ésa es, al menos, más realista y ajustada a los hechos: constituye
un Poder que permite no solo tener cosas sino, fundamentalmente, hacer
cosas." En otro lugar el mismo autor señala que el política,
existen dos clases de personas: las que hacen política como protagonistas,
y las que la comentan como meros espectadores. La diferencia entre hacer
política y observar la política no pasa por la "libertad",
sino por el poder.
14) A. Salbuchi,
"World Government: Política y Poder en el Siglo XXI",
Buenos Aires, 1995, Edición Privada, págs. 264/5.
15) Usamos el vocablo
"mediocre" sin intención peyorativa sino más bien
como una definición de la "opinión pública"
de las mayorías que suele ubicarse allí dónde yace el
denominador común medio del conocimiento, capacidad de discernimiento
y nivel cultural de dichas mayorías: ergo, el punto más mediocre.
Vienen a colación las observaciones del periodista estadounidense Walter
Lippmann, quién durante más de cuarenta años fuera miembro
del CFR, acerca de la opinión pública en un libro publicado
en 1925 bajo el título "The Phantom Public" ("El
Público Fantasma"). Lippmann describía el poder de comprensión
y discernimiento del público sobre los temas de alta política
diciendo que, "El público llegará en la mitad del tercer
acto y se retirará antes de que caiga el telón, habiéndo
permanecido lo suficiente como para decidir quién es el héroe
y quién el villano de la obra. Sin embargo, su juicio se lo formará
necesariamente alejado de los méritos intrínsicos y sobre la
base de una muestra de los comportamientos; algún aspecto de la situación,
y a través de evidencia externa sumamente aproximada".
16) Leemos en el
Evangelio:"Pilato preguntó al pueblo que estaba reunido: ‘¿A
quién quieren que ponga en libertad, a Barrabás o a Jesús,
llamado el Mesías?’ Él sabía bien que lo habían
entregado por envidia."
"Mientras tanto,
los sumo sacerdotes y los ancianos convencieron a la multitud que pidiera
la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Tomando de nuevo
la palabra, el gobernador les preguntó: ‘¿A cuál de los dos
quieren que ponga en libertad?’ Ellos respondieron: ‘A Barrabás’. Pilato
continuó: ‘¿Y qué haré con Jesús, llamado el Mesías?
Todos respondieron: ‘¡Qué sea crucificado!’ El insistió: ‘¿Qué
mal ha hecho?’ Pero ellos gritaban cada vez mas fuerte ‘¡Qué sea crucificado!’".
- Mateo, 27, versículos 17, 18 y 20 - 23. Que a renglón
seguido Poncio Pilato decidiese lavarse las manos tras tan inícua aunque
democrática decisión, resulta como mínimo, comprensible.
Las semejanzas de este relato con más de un proceso electoral moderno
no dejan de ser preocupantes.
17) Walter Lippmann,
"Public Opinion", Free Press Paperbacks (Simon & Schuster),
Nueva York,
1977; originalmente publicado
en 1922. Pág. 35. Más adelante, Lippmann insinúa un factor
clave en el poder real de estos estamentos al agregar que "Pero es
su poder en los asuntos exteriores que siempre resulta muy grande, y en tiempos
de guerra, su prestigio se eleva enormemente." Claramente la guerra
conforma un factor clave en la conformación y consolidación
de ese poder. Lippmann, fue periodista y co-fundador del periódico
"The New Republic"; durante más de 40 años
fue columnista en asuntos de política internacional para cientos de
periódicos estadounidenses y del exterior.
18) Estimamos oportuno
en este lugar recordar al lector la diferencia entre tres conceptos que a
menudo se los suele confundir o, al menos, no se los distingue con la suficiente
nitidez. Nos referimos a los conceptos de Nación, Estado y Gobierno,
en ese orden de subordinación conceptual. De esta forma:
- Nación define a una étnia o Comunidad que comparte una cultura en común – lengua, religión, historia, costumbres sociales, características físicas y orígenes – y que habita dentro de un determinado territorio. Sus límites son dinámicos e imprecisos ya que "allí dónde llega el Pueblo, llega la Nación".
- Estado, a su vez, define un concepto mucho más preciso, formal y estático, conformando el órgano de síntesis, conciencia y mando de la Comunidad Organizada. Con ello pretendemos definir las tres funciones básicas e indelegables de cualquier Estado soberano:
- síntesis, se refiere a que el Estado debe compatibilizar todas las fuerzas e intereses centrífugos en el seno de la Nación, haciendo prevalecer las "fuerzas centrípetas" o integradoras;
- conciencia, se refiere a su función permanentemente previsora que le obliga a identificar y evaluar las oportunidades y amenazas representadas por el entorno, correlacionándolas con sus propias fuerzas y debilidades, con el fin de poder siempre garantizarle a la Nación un futuro necesariamente positivo;
- mando, se refiere a la capacidad de poder imponer sus políticas en defensa de los intereses de la Nación.
Un Estado que no cuumpla con cualquiera
de estas funciones fundamentales no es un Estado soberano. Pues aquella
función que no desarrolle será asumida por otros poderes, sea
alguna otra instancia pública (un país extranjero, por ejemplo,
con lo que el Estado en cuestión se convierte en una colonia o alguna
organización supranacional como la ONU), o privada (con lo que el Estado
se convierte en asiento de un oligopolio). El Estado también define
la integración de sus diversas regiones, se trate de una federación,
confederación u otro esquema.
- Gobierno, finalmente, se refiere al sistema de gobernabilidad, sea éste monárquico, autocrático, parlamentario o democrático; y a los mecanismos que permiten a los ciudadanos acceder a los diferentes cargos dentro del Estado: por sucesión dinástica, por voto directo o por voto indirecto.
19) Utilizamos
la palabra "administración" en el sentido dado por los propios
estadounidenses que se refieren a las gestiones de sus presidentes no como
"gobiernos" sino como "administraciones", lo cuál
es acertado por cuanto la estructura del poder formal en Washington se dedica
a administrar el poder según decisiones planificadas en otra
instancia, que son ejecutadas por las tres ramas del gobierno. En verdad,
este criterio también sería mucho mas válido para todos
los países del mundo, incluyendo el nuestro y los de nuestra región.
Desde nuestra óptica, podemos definir a la Argentina como una Nación
cuyo Estado viene siendo ocupado por sucesivos gobiernos
que han abjurado de la voluntad de ser soberanos. Así, se han transformado
en meros administradores alineados a consignas previamente aprobadas
y emanadas de los centros del poder mundial, en base a mecanismos que iremos
describiendo en el presente.
La manera más lúcida
de considerar a nuestros gobiernos es ya no como presidentes, ministros y
gobernadores, sino más bien como gerentes generales, gerentes departamentales
y sub-gerentes. Pues es bien sabido que los equipos gerenciales son meros
brazos ejecutores del Directorio y éste, de los Accionistas. Cuando
comprendemos esta dura realidad, al menos comenzamos a darnos cuenta de la
importancia que tiene que logremos identificar al Directorio y a los Accionistas,
pues son ellos los verdaderos dueños del país.
Y ya que tocamos este tema,
téngasenos un poco más de paciencia pues creemos que este es
el momento de señalar la insólita semejanza que existe entre
la forma de gobierno democrático con su consabida división
en tres poderes – ejecutivo, legislativo y judicial –, y la forma en que se
organizan las sociedades anónimas, con su gerencia, directorio y accionistas.
Así, el Poder Ejecutivo tiene innegable similitud con la estructura
gerencial de las empresas, ejecutando las políticas y gestionando las
operaciones de gobierno. El Poder Legislativo, a su vez, determina
las leyes y pautas que regirán el accionar del gobierno fijando el
marco legal del Estado, de manera similar a como el Directorio en las empresas
genera las directivas, políticas y supervisa su cumplimiento a través
del buen desempeño y perfomance de sus gerentes. El Poder Judicial,
finalmente, es el que determina como han de interpretarse las leyes y dispone
del poder para hacerlas valer, asemejándose la la Sindicatura que vela
por los intereses de los Accionistas. La pricipal diferencia entre ambas estructuras
– gobierno democrático por un lado y sociedad anónima, por el
otro – radica en que la primera es de orden público y la segunda de
orden privado. Pero si releémos las agudas palabras de Walter Lippmann
a las que se refiere la nota Nro. 17, y como luego veremos en este libro,
la línea que separa lo público de lo privado es altamente volátil
y sumamente flexible.
Es que las raíces estructurales
de la sociedad anónima moderna y del sistema democrático tienen
un origen en común que se remonta a las compañías comerciales
inglesas y holandesas de los siglos XVI y XVII, como la British East India
Company, por ejemplo. Éstas también fijaban sus Charters
reales dividiendo sus funciones y poderes en forma tripartita. Esos Charters,
auténticas escrituras fundacionales de estas compañías
comerciales inglesas, que operaban ora en la legalidad, ora como piratas,
son los padrinos de las constituciones de las modernas repúblicas democráticas,
ya que sirvieron de inspiración para los grandes teóricos del
"contrato social" como legitimización ulterior de todas las
relaciones comunitarias: desde Locke y Hobbs hasta Hume y Marx. Si volvemos
a nuestras definiciones de Nación, Estado y Gobierno y a lo dicho en
relación a las funciones indelegables del Estado, comprenderemos entonces
que una Nación es necesariamente mucho más que un mero
Contrato escrito, sea de la naturaleza que sea.
20) Declaraciones
de Brent Scowcroft y Josef Joffe en la Conferencia "America’s Role
After the Cold War", realizada el 01-Marzo-1995 en el Nixon Center
for Peace & Freedom, Yorba Linda, California, y retransmitido por
la cadena pública de televisión estadounidense, C-SPAN el 09-Enero-1996
a las 14 hs. (hora de Buenos Aires).
El panel que participara en
dicha conferencia consistía de las siguientes personalidades:
|
Panelista
|
CFR
|
TC
|
Cargo
|
|
KISSINGER Henry
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Aplic. |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
CFR = Council on Foreign
Relations / TC = Trilateral Commission.
En dicho seminario se evaluó
una amplia gama de temas: el futuro de Rusia, los roles mundiales de los Estados
Unidos y el Japón; sin embargo, no hubo alusión alguna al CFR
o a la TC a cuyas organizaciones todos los panelistas pertenecen.
21) Esta frase
servió de título de una de los ensayos del estadounidense Naom
Chomsky, "Manufacturing Consent", en el que analiza, desde
su óptica de la izquierda trotzkyista, la manera en que las elites
estadounidenses manejan la opinión pública para promover sus
políticas e intereses.
22) A. Salbuchi
– "World Government: Política y Poder en el Siglo XXI"
– Buenos Aires, 1995.
23) Las "Orientaciones
sobre Reuniones" (Guidelines on Meetings) adoptadas por el CFR
como norma interna el 28-Dic-1978 dicen al respecto:
"1) Dado que el Council
invita a personalidades que representan diferentes puntos de vista y dado
que elige los temas sin importarle su contenido controversial - o precisamente,
debido a ello -, lo que genera amplias divergencias de puntos de vista entre
sus miembros, es de esperar que las reuniones del Council a menudo se vean
marcadas por agudas disputas.
2) Se espera que los moderadores
de las reuniones estimulen la expresión franca de opiniones por todos
los participantes y no tratarán de suprimir controversias ni ahogar
diferencias de opiniones cuando éstas surgen.....
3) Los principales oradores
deben esperar que se les haga preguntas de manera vigorosa sobre cualquier
punto relevante a su interés intelectual, experiencia o conocimientos
en asuntos internacionales".
Aunque estas "Orientaciones"
aclaran que "el propósito de las reuniones propiciadas por
el CFR es promover el entendimiento en asuntos internacionales a través
del libre intercambio de ideas entre participantes", también
queda claro que ese "libre intercambio de ideas" no es de incumbencia
de las mayorías ni se refiere a la opinión pública, por
cuanto las reuniones son rigurosamente privadas, cerradas al público
y para miembros únicamente. Solamente "algunas reuniones ocasionales
están abiertas a huéspedes de miembros" y en esos casos
solo cuando aquellos "tengan un conocimiento o experiencia especial
que se relacione directamente a la reunión y cuando sus calificaciones
generales los tornen potenciales candidatos para ser miembros del CFR".
Fuente: "Annual Report" (Memoria y Balance) del CFR, Nueva York,
1995, pág. 123.
24) Richard N.
Gardner, "The Hard Road to World Order" – Foreign Affairs, Abril
1974, Vol. 52,
No. 3, Council on Foreign
relations, Nueva York, págs.558 y 559.
25) Aunque parezca
un sinsentido, un amplio conjunto de actividades de la administración
"pública" resultan pasibles
de "tercerizarse" al ámbito privado. De manera que si proyectamos
el concepto de la privatización hasta sus ulteriores consecuencias,
surge entonces una pregunta clara y simple: ¿Para qué queremos
un Estado en absoluto? De ahí que el acostumbramiento entre
la opininón pública al fenómeno de las privatizaciones
conforma un hito clave en el largo camino que conduce a la disolución
y desaparición del Estado-nación como institución.
26) Emilio Maspero,
artículo "Mundialización, Globalización y la
Patria Grande", en revista "Disenso", N° 18, Buenos Aires,
Verano de 1998,
27) Emilio Maspero,
op. cit.
28) Newsweek,
26-Feb-96.
29) Jean-Marie
Guéhenno: "La Fin de la Democratie", traducido al
inglés como "The End of the Nation-State" ("El
fin del estado-nación", University of Minnesota Press, 1995).
Hay versión en castellano: "El Fin de la Democracia: la crisis
política y las nuevas reglas de juego", Ediciones Paidós,
Buenos Aires, 1995, pág. 63.
30) Artículo
"From Empire to Commonwealth" de Philip Kerr, publicado en
"Foreign Affairs", Diciembre de 1922, págs. 97-98.
No hay comentarios:
Publicar un comentario