La "vida imperdonablemente larga" del filósofo Zygmunt Bauman, de 87 años, le ha permitido apreciar bien la evolución de las preguntas más complejas. Ahora se interroga sobre quién puede cambiar la realidad de un mundo donde "la esperanza está a la deriva".
Pero, "cuando era joven, nos preguntábamos qué se tenía que hacer y nunca quién tenía que hacerlo", explica a Efe Bauman, que asistió en Portugal a la tercera edición del Festival Literario de Madeira.
Ese cambio de la realidad, ese nuevo interrogante, encuentra respuesta para mucha gente "en cualquier nueva alternativa tecnológica".
Para el padre del concepto de la "modernidad líquida", Facebook ha transformado a su creador, Mark Zuckerberg, en el "salvador" de muchos, porque crea una "sensación de aproximación a la democracia directa", algo que no han conseguido generaciones de políticos.
Sin embargo, con demasiada frecuencia, esta red social o Twitter "son una alternativa barata a una necesidad de actuar", algo para lo que aún se busca un modelo nuevo ante la pérdida de confianza en la "legitimidad de las instituciones", sostiene el autor.
"Antes pensábamos que los ganadores de elecciones tenían todo el poder", mientras que ahora "ni siquiera el mas poderoso gobierno del mundo, el de EE.UU., actúa según sus deseos y debe vigilar cada mañana los índices bursátiles".
En opinión del escritor nacido en Polonia, de donde se tuvo que exiliar primero a causa del nazismo y luego de la política antisemita del gobierno comunista, ese divorcio entre poder y política se extiende por todo el planeta.
El insiste, además, en los últimos años en que supone el "mayor problema de la Unión Europea".
"La cuestión -sentencia- no es la corrupción de nuestras instituciones políticas, sino la impotencia de su autoridad, que se transgrede muy fácilmente".
Su poder lo ostentan ahora las actividades económicas globales, representadas en los mercados, según el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2010.
Para el sociólogo, desde la caída del muro de Berlín en 1989, el mundo ha vivido en una "crisis constante" que saltó de Argentina a México y luego a Rusia.
Tras "colapsar" el rublo, "destruyó la moneda malaya" y pasó a Islandia antes de llegar a Grecia, Portugal o España, sostiene Bauman, que atribuye ese rosario de crisis al concepto de "capitalismo parasitario".
"Supone saltar de un organismo del que se ha sacado todo el provecho a otro, y así sucesivamente", explica el profesor emérito de la Universidad de Leeds (Inglaterra).
Es una idea "lejana a la promesa del gobierno de futuro esperada por los filósofos modernos, la de ser guiados por la razón y no por la catástrofe o el accidente".
Para Bauman, esa "incertidumbre" ha situado a todas las tendencias políticas en crisis.
"Si (Mariano) Rajoy hubiera sido el jefe de Gobierno (español) antes del colapso, hoy la presidencia sería de la oposición, o si Francia hubiese estado gobernada por (Francoise) Hollande, sería (Nicolás) Sarkozy quien gobernaría", ejemplifica Bauman.
Las fluctuaciones electorales dependen "no del ideario político", asegura, sino de la frustración de la ciudadanía ante una "incapacidad" de gobierno.
Para el filósofo, la superación de esa crisis de gobernación no parece próxima, dados los más de cien años tardados por Europa en establecer sus democracias.
Pero, con la vista puesta en objetivos complejos como el de "crear instituciones democráticas a escala global", le parece ya "alentador" solo el hecho de que haya interés por avanzar en ese tipo de experimentos.
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